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Volviendo de Castillo

Volviendo de Castillo

Giro a la izquierda desde Cristianía
pedaleo despacio por Venezuela
sobre mis piernas descansa
el peso de la semana.

Interrumpe mi distracción
un fulgor en la noche
hacia el horizonte
de San Justo.

Curioso busco huecos para espiar
alterno una mirada cautelosa
al espejito retrovisor,
a mi lado zumba el 174.

La descubro llegando a Lisboa
entre brillantes flores lila
de un jacarandá
y el irregular crecimiento
de las terrazas.

Pedaleo un último tirón
miro hacia abajo
para reforzar mis piernas
que trabajan contra
la suave pendiente.

Vuelvo al llano
veo esta luna
inmensa, anaranjada
preñada.

Calza perfecta
entre los postes de luz
tangencial al camino
de Cintura.

Me ha regalado
un poco de belleza
para romper
otro día maquinal.

Ilustración La Rebelde

Leyendo La Náusea, de Sartre, comprendí (y le robo el concepto) que existir es estar ahí, que la existencia no habita el mundo de los razonamientos. Y así nació este poema.

GERMÁN GROB, Volviendo de Castillo.

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¿Qué debemos hacer los anarquistas?

Ilustración original de Villy, toqueteada por La Rebelde

I-

Estamos ante el caos. En la Argentina poco falta para que nos lancemos unos contra otros con los afilados dientes de lo irracional. Inmoralidad de los gobernantes –jamás vivida aquí, con tanta desvergüenza y eso que se trata de militares “sanmartinianos”– que para defender el privilegio recurren al garrote; desorientación en la gente pensante del país, y en una negra historia actual y un negro futuro hecho de crimen, torturas, mentiras, miedo, terror.

Las leyes que nos rigen son la ley del revólver, la ley de la picana, la ley del puntapié a los riñones, la ley de la coima, de la defraudación, de la estafa. La burla. El presidente Lanusse habla de la defensa del “tradicional modo de vivir de los argentinos”. Ese tradicional modo de vida impuesto por Lanusse, por Levingston, por Onganía, es la tortura hasta a las mujeres embarazadas, el encarcelamiento de abogados, de allanamientos sin ningún pudor, las bandas armadas denominadas “organismos parapoliciales”, la desaparición de seres humanos que no es otra cosa que el crimen frío, el asesinato cobarde, la escoria, la moral humana ensorbecida y dueña del destino de los demás: la “brigada antiguerrillera” en Mendoza fue un ejemplo digno de lo que puede ser la entrega del poder a las bestias (escupitajos a la gente, puntapiés a las maestras, rodillazos y trompis a los peatones que iban al trabajo). La bajeza, la alevosía, la canallada, la vileza. Todo uniformado, todo pagado por el pueblo. Un masoquismo mesiánico. La masa paga para que el Estado le pegue, la castigue, la degrade hasta los extremos más abominables.

Y ante todos estos hechos todo el mundo habla contra la violencia. Todos cacarean que están contra la violencia. Las entidades más “representativas”, todos los políticos y todos los “personajones” que viven de la teta del Estado se creyeron en la obligación de salir a fijar sus puntos de vista contra la violencia. El Estado en ridículas frases por radio, por televisión, en millones de pesos en propaganda en diarios y revistas, quiere convencernos que la violencia es una cosa muy fea y que está muy mal ejercitarla. La violencia solo puede ser patrimonio del Estado, es decir de los que están arriba, de los que oficialmente tienen las armas y el látigo y por sobre todo, el dinero.

Esta es la situación en la Argentina. Pero los anarquistas no nos podemos contentar con decir: es el resultado lógico de la lucha de los que están arriba y de aquellos que están abajo quieren apoderarse del poder. En el momento actual no podemos ser meros espectadores. No podemos tampoco pasar todo el tiempo cacareando contra la violencia. No.

No. Que quede claro. Los anarquistas estamos absolutamente contra la violencia irracional. ¿Por qué? Porque precisamente nuestra única arma es la razón, el raciocinio. Queremos llegar a la liberación del hombre y los caminos hacia esa liberación solo se pueden llamar: el saber, la ciencia, el arte, el estudio, la lógica, la eliminación de todos los mitos, el diálogo, el respeto absoluto por la individualidad y la naturaleza. Y no son armas impotentes, son las únicas armas para llegar a la libertad y la comprensión de lo universal.

Pero ojo, que nadie se equivoque. Que los anarquistas, que los libertarios estén contra la violencia no quiere decir que se lo van a pasar deshojando margaritas mientras ven que en la vereda de enfrente los hombres de botas pisotean el vergel que es patrimonio de todos, producto del trabajo de todos.

¡No olvidarse! Precisamente nosotros, los que vivimos en tierra argentina, tenemos el ejemplo de dos héroes, de dos auténticos héroes anarquistas absolutamente enemigos de la violencia que recurrieron a ella para impedir que los chacales terminaran con su orgía de sangre segando la vida de los trabajadores: se llamaron Simón Radowitzky y Kurt Gustav Wilckens. Dos almas absoluta y típicamente tolstoianas. Dos hombres que no pisaban el suelo para no matar insectos, las células más pequeñas de todo esto tan maravillosos que se llama vida, naturaleza. Y estos dos hombres puros, mansos, recurrieron a la bomba, como cuando Jesús recurrió al látigo para echar a los mercaderes del templo.

Cuando Wilckens y Radowitzky hicieron estallar la dinamita de su incontenible ira, el Estado de aquel tiempo, los notables de aquella época cacarearon sus ridículas frases hechas contra la violencia.

Pero nadie se mintió. Nadie. Todos sonrieron admirando a los dos héroes que habían usado de la violencia como último recurso.

Ese es el mandato que debemos tener como norma los anarquistas. Los que creemos que la libertad solo puede ser dignidad del hombre. Por eso nosotros no podemos quedar como meros espectadores ni repudiar gratuitamente a la violencia para hacerle el juego a los ladrones de uniforme que se apoderaron del poder a punta de pistola en ese antro delictivo que se llama Casa Rosada.

No estamos ni con el ERP, ni con el FAL, ni con FAR, ni con el FAP ni mucho menos con los montoneros. Pero esto no lo decimos para quedar bien con la policía ni para que nos dejen publicar sin dificultades a “La Protesta”. No estamos con ellos así como los marineros de Krondstadt no estuvieron ni con Trotsky ni con Lenin ni con Stalin, y así como en España no estuvimos ni con Negrin ni con el embajador soviético. A pesar de que los marineros de Krondstadt estuvieron contra el zar, y a pesar de que los milicianos anarquistas estuvieron contra Franco.

Si estamos contra la opresión del Estado, si estamos por la liberación del hombre, no podemos estar con los que aspiren a tomar el poder. No nos podemos engañar. Cuando ellos lleguen a lo que aspiran las primeras víctimas serán los anarquistas, porque se negarán una y otra vez a soportar la esclavitud del Estado.

Pero volvamos a repetir, en esta lucha de los poderoso contra los que aspiren al poder, llámense políticos, guerrilleros, golpistas, emisarios de Madrid, los anarquistas no pueden quedarse neutrales, no pueden ser los espectadores de una película sin fin de vigilantes y ladrones. Porque allí siempre se pierde uno solo, al hombre.

¿Y cuál debe ser nuestra acción? De todos los días. Silenciosa, pero no por eso rehuirle al bulto a nuestra misión. Debemos ser los hombres que impulsen grandes movimientos de protesta, debemos ser los educadores de aquellos que no saben que el hombre para ser digno debe ser libre, no un mero objeto de uniformes y de leyes tramposas. La acción de los anarquistas está en la educación. Nuestras ideas son las ideas de la sabiduría. Nuestra filosofía llega a lo que aspiraron los pueblos de todas las épocas: la libertad. ¿Qué duda nos cabe entonces? Enseñarlas pues. Hoy tenemos solo una hoja, solo una casa, solo un orador. A duplicarlo mañana, como lo hacían nuestros compañeros, que lucharon todas sus vidas. Nos alientan los movimientos de jóvenes en Europa. En las Universidades de Alemania, de Francia, de Inglaterra, en los claustros de la cultura el único tema es la descentralización del poder para llegar a la libertad del individuo. No estamos solos, el progreso está con nosotros.

Ilustración original Villy Villian

A enseñar, a sembrar. Ese es el camino. A tener una conducta diaria pero eso sí, si quieren doblegar nuestra dignidad, si quieren hacernos callar con palos o con rejas, entonces debemos imitar a nuestros queridos e inolvidables héroes. Imitar a Kurt y a Simón. Porque más vale morir por la dignidad que besar a los pies de las bestias.

Por Osvaldo Bayer, inédito desde 1972 y publicado en 2014 en ¿Qué debemos hacer los anarquistas? y otros textos. 1a ed, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ed. Quadrata. Dejamos para descargar la Parte II que completa el texto, donde Bayer hace una feroz y comprometida crítica a la dictadura de Lanusse.

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Tal vez les guste escuchar una historia…

 

*Por Paula Pardavila

Allá por el ‘95 mi viejo tea un Dodge 1500, mi hermano y yo lo bautizamos el Maserati –una máquina que cada 2 x 3 le pasa algo.

Los sábados a la tardecita ya nos preparábamos porque el viejo llegaba del laburo y salíamos a dar una vueltita en el Maserati; era un clásico. Siempre nos llevábamos música, para ese entonces era todo un laburito grabar: agarrábamos el cassette y le pegábamos una cinta, luego mucha paciencia y atención hasta que pasaran el tema que te gustaba, por supuesto rogar que nadie hable o te ladre el perro –bueno volvamos a la salida–. En la radio había un loco que le daba manija a una banda de Mataderos, “…la Perito sigue desierta..” –decía uno de los temas–, lo escuchamos un par de veces y ya lo coreábamos todos.

Un sábado viene mi viejo y dice: –vamos a la Perito!!!–, buenísimo!!! –dije–, tenia ocho años y realmente no sabia qué era la Perito, jaja!!! Salimos con el Maserati, viaje largo de San Justo a Pompeya, no me olvido más el momento en el que por fin llegamos, pasando por la Perito al canto de “…hoy voy a bailar a la nave del olvido…”.

Con mi hermano nos pasábamos escuchando la banda, nos identificaba, era un poco de todo, tenía barrio, poesía, amor, rebeldía, rock. Nos pusimos a juntar monedas y nos compramos nuestro primer cassette, creo que lo gastamos de tanto escuchar.

Para cuando terminaba el siglo y comenzaba el nuevo milenio, con dieciséis años de edad mi hermano enfermo, estuvo internado y él decía que cuando saliera íbamos a ir a un recital de nuestra banda. Fueron dos meses hasta que llegaron a un diagnóstico: un tumor cerebral, que agravado por la negligencia médica, hizo que perdiera su vida.

Al año siguiente mi vieja se contactó con pibes de una revista que se llamaba Soy rock; escribió una carta contando la historia sin saber si alguien la leería, pero era un grito de desesperación, era una deuda. La banda tenia programado un recital en Obras, por lo cuál iban a hacerles una entrevista; en ese entonces alejados de las redes, usábamos teléfonos de línea, los chicos de la redacción –sin conocernos– se movieron muchísimo para hacerse de la carta, que finalmente llegó a sus manos.

Llegó septiembre, teníamos las entradas, Obras nos esperaba. Yo tenía una mezcla de sentimientos, entre emoción y tristeza; cuando salieron a tocar sentía mi corazón que ya rebalsaba de mi pecho. De pronto suenan los primeros acordes de El rebelde, tema que le encantaba a mi hermano, el cantante pide que dejen de tocar, se pone serio y dice:

Este tema se lo quiero dedicar a Pablo.

Se golpea el corazón con el puño y luego apunta al cielo:

Un rengo que no esta más entre nosotros.

No se como describir ese momento, no podría ponerle palabras a ese acto de amor, realmente sentí que Pablo estaba ahí.

Pasado un tiempo nos conocimos y como dijo el baterista: –nosotros conocimos a Pablo.

Todo lo que vino después fue una y otra demostración de la humildad y grandeza de esos pibes que llenaban estadios, pero seguían siendo la banda del barrio, esa que nos enamoró y que nos identificaba.

Hoy después de haber vuelto a los banquetes con inmensa alegría y cargados de emoción, porque atravesamos la tormenta y pudimos volver a disfrutar con los que estamos físicamente y los que han dejado sus huellas.

Una vez alguien me pregunto: –¿Qué es para vos La renga?– y yo después de 27 años dije: La Renga es mi historia.

«Cuando la música moviliza el alma, la revuelca en la felicidad, la devuelve hecha una obra, se inmortaliza para siempre en algún lugar de nuestro ser. Cuando miles de voces echan a rodar esa energía se transforman en una de las más hermosas melodías a escuchar. En esta noche, esas voces, la de los mismos de siempre, dejaron nuestro corazón…insoportablemente vivo«

LA RENGA

Ph La Rebelde

Ph La Rebelde

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La Tarzán de Castelar

Ph La Rebelde

*Escribe Germán Grob

En el pituco barrio de Castelar, exactamente frente de la estación del Sarmiento, uno puede llegar de casualidad a este bodegón. Si viene del oeste profundo, en dirección al Once, al salir del andén lo encontrará; si el caso es el inverso, digamos que se dirige hacia Moreno, bajará del otro lado de las vías, se mete al túnel y desemboca justo en la fonda.

Ph La Rebelde

Hay quienes dicen que Castelar es cheto –una suerte de Belgrano en el oeste. Es cierto que del lado norte se caracteriza por casas amplias y prolijas, pero lo que distingue la ascendencia social desde lo habitacional en un barrio son las piletas empotradas en los patios –ya no las pelopincho en las veredas –; y en Castelar Norte no escasean las primeras. Un sábado otoñal, de mediodía avanzado, requiere fortuna si se gusta de las mesas de afuera. Al entrar despiertan curiosidad la variedad de afiches y objetos que decoran el salón. Por supuesto, una amplia barra mostrador con su botellerío por detrás dan aires de herencia pulpera. Hacia el fondo, junto a un viejo mueble, la típica ventanita por la que van y vienen platos. Los cuadritos del salón homenajean la cultura, la política y el deporte; desde Gardel, Pappo, Bela Lugosi, Marlon Brando y Guevara hasta el club de la ribera.

Ph La Rebelde

La fugaz visita impulsada por recomendaciones de parientes y amigos, mediada por algún café, derivó en probar bocado ante el ir y venir de platos y la cartelera que anuncia el menú del día: tapa de asado al horno con papas, paella, carbonada, guiso de conejo, lechón y cordero. No menos atractivo resultó el sorprendente precio popular de las comidas.

Ph La Rebelde

Una doña entra, escruta el lugar luego de elegir su mesa, llama al mozo y pide la carta; vuelve el muchacho con su trapo colgado del antebrazo y le presenta la pizarra que los habitué pasan a consultar antes de sentarse. Una clienta conocida pide lechón, su hígado de avanzada edad no duda y las papas horneadas resultan convenientes ante la recomendación del dependiente del lugar. Por la ventanita sale un plato de ñoquis cargado en forma de montañita, al rato una carbonada servida en su propio zapallo. Los ambulantes del Sarmiento con sus mercancías a cuestas piden empanadas y un vino al pasar, comentan las ventas y continúan su jornada. Se ausenta la doña de su mesa, se acerca el mozo y me consulta si le he visto entrar al biorsi, parece que acostumbra retirarse sin saldar cuentas. Se libera una mesita fuera del salón, salgo, pasa el tren hacia Morón, me siento y miro el transitar de gente por la peatonal. Doy una última ojeada hacia la fonda, un cartelito en la ventana anuncia atención desde 1948, imagino sus comienzos y paladeo los últimos sabores de la tapita al horno en la Tarzán de Castelar.

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Milonga de la mulita

MILONGA DE LA MULITA

Del barrio de Luzu saliste
jetón y buche, sin escarmiento
con pavura hoy andás
por las calles sin pavimento.

Pateaste la América toda
Machupichu, la Puna y el Tucumán
cerraste un beneficioso acuerdo
al abrazar al concejal.

Artesano de los paisajes
trascendiste hacia tus cuadritos
al beber las infusiones
del convite del san pedrito.

Te burlaste de aquel guapo
en tu recalada por la feria
mas de una paliza empardó
la birlada de su flor.

Huyendo conociste
a mescalito a través del cactus
y en tu ignorancia de Don Genaro
creías reverenciar al diablo.

Y es que alardeás de quemado
de tu pasado lumpenaje
sos la mulita del trompa,
el bufón del caretaje.

¿Cuándo fue que conciliaste,
el tonal con el nagual?
La fábrica para los giles,
a los piolas libertad.

She’s so cold!
She’s so cold!
She’s so cold!
Aletea la mulita,
pentatónica cuadrada
y otro cover que se va.

Subvencionado vive este otario
de cuarenta y tantos años de edad,
de su mamita recibe
cada treinta días la mensualidad.

Su princecita de amor lo desborda,
corresponde con falsas promesas;
las sierras, los mares, el sol
She’s so cold!
She’s so cold!
She’s so cold!

Y al arrimar a Casanova
ramas sin flor arrebata;
por la ochava de fiera y gallo
combustiona un paraguayo.

De su hembra, ¿pa’ qué hablar?
Cachivache de barrio picante
cuando el tufo se puso bravo
la entregó cual estandarte.

Furiosa acusó pagarés,
a vo’, a vo’ y a vo’;
el turro amagó acompañarla
She’s so cold!
She’s so cold!
She’s so cold!

Me aflojaste la mano, rezonga
con ardor este chambón
siga rasgueando, mulita
la milonga a su protector.

Pillo del inquilinato
este payasó se ufanó.
Ya no sale de su cueva
She’s so cold!
She’s so cold!
She’s so cold!

Un escritor del Oeste dice: «existir a través de la palabra«. ¿Cuánto hay que morderse la lengua? ¿Cuán elástica es la cuerda de la civilidad? Este personaje nos tuvo a mal traer por meses, irrumpió en reiteradas oportunidades en nuestro humilde y apacible hogar, con sus toxicidades y griteríos propios de los haraganes que viven trampeando al único modo de vida honesta: laburando. En alguna oportunidad, bajo un descomunal esfuerzo por esbozar una idea política, este parásito social vomitó su máxima: «ya le doy demasiado al Estado». Eso sí, en distracciones de su ideario y sin sonrojarse acepta legalmente todo tipo de asistencialismos. Su máxima anterior se ubica, necesariamente, por debajo de un principio irrenunciable: rascarse, sin perjucio de ella. Cierto día colmó las paciencias, se desentendió de respetos y trazó su propio destino. Compuso, sin querer, su melodía; a la que bajo el influjo de payadores y rabia masticada, con simpleza, me permití dar letra.

Estos versos son para vos, mulita.

GERMÁN GROB, Milonga de la mulita.

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León por Osvaldo

*Por La Rebelde

Ph recuperada de internet, toqueteada por La Rebelde

Un 20 de noviembre llegó a este mundo León Gieco. Esta no es una biografía y no hace falta destacar que siempre está con las causas de los oprimidos. Simplemente lo reivindicamos con las palabras que ofreció alguna vez Osvaldo Bayer:  «Este ángel de la guitarra ha entrado en el alma de nuestros barrios y en los pueblitos de las extensas pampas. Los obreros del siglo pasado le hubieran dado su título máximo. Lo hubieran llamado ‘hijo del pueblo'»(Publicada en FB Osvaldo Bayer Página Oficial el 20/11/2021).

El sábado pasado, misma fecha pero 70 años despueś, a León se lo homenajeó en el CCK. De todos los artistas, con sus emotivas y hermosas participaciones, lo elegimos al que más se parece a los de abajo, por sus orígenes, por su poesía y por su andar. Gustavo Chizzo Nápoli asoma desde atrás, desacartonado, antiglamour, con gorra y riñonera; cuenta una anécdota para agasajar la humildad de Gieco y con la potencia de su garganta completa lo mejor de la noche. Dejamos el momento transmitido en directo por la TV Pública Argentina, vale la pena.


Ver en Peertube <Pantalla completa y opciones de calidad de reproducción>

 

Peertube es una plataforma de video libre y federada, sin publicidad. Está en sus comienzos y no tiene los recursos de Youtube, ante un corte, pausando unos segundos el video se recupera la fluidez (como Youtube en sus comienzos)

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Vivir como un croto

Reseña sobre Bepo, vida secreta de un linyera, de Hugo Nario

Ilustración La Rebelde

*Escribe Antonio Berger

– Cuando termine la Secundaria me voy a ir a recorrer el país viajando en trenes de carga – dijo uno de los pibes, con una ramita en la boca mientras daba un tironcito hacia abajo a la visera de su gorra.

– Dicen que no te cobran el pasaje – agregó uno de sus socios – .Y continuaron panza arriba, a la sombra de los pinos en la plaza del Jardín.

Así soñaban los muchachitos del interior algunas décadas atrás, aquellos categorizables en clases sociales excluidas del beneficio de las vacaciones en familia. Tal vez no quedasen, en los ‘80, viajeros de cargueros; sin embargo sus historias, mitos y leyendas subsistían en tiempo presente como alimento para quienes fantasearan con practicar una vida errante y de boleto abierto.

Linyeras, crotos, cirujas. Descalificativos que hoy aluden a quienes deambulan por las calles, aunque hace casi un siglo el linyera o croto concretaba la búsqueda plena de la libertad, viajando, compartiendo momentos y, en mayúsculas, trabajando a propia voluntad. Cuenta Hugo Nario, de sus charlas con Bepo y de los cuadernos del protagonista, la vida del linye durante dos décadas. Hacia la década del ‘30, muy pibe, Bepo deja su ranchito de chapa en Tandil, arma la linghera – aquel atadito de ropa que de su fonética en italiano deriva en linyera – y se encamina hacia las vías. Recorre Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Tucumán, Cuyo, conchabándose como bracero en el maíz, la zafra o la vendimia. A la carrera y de un salto hacia los techos del convoy, entre el fuego que devora pastizales o al frío que parte los dedos sujetados al vagón. Cada tanto vuelve Bepo a sus pagos, sin demora acude al llamado de la vida libertaria y toma para el ramal Rosario-Puerto Belgrano, aquel que parte desde el sudoeste bonaerense, muere a orillas del Paraná y asegura un viaje sin gambetas a policías deseosos de encanar linyeras bajo acuse de mugrientos.

¿Qué es lo que lleva a un ser humano a esa vida errante, acechada de peligros? Bepo responde en su biografía: “en la vía voy a encontrar la libertad que la civilización me niega”. Ser croto es perder la noción del tiempo; ranchar en las estaciones junto a compañeros y desconocidos, volver a arrancar y parar en algún arroyo de paisaje pintoresco sin fecha de partida, engañar al estómago con mate y restos de galleta y a la vía, otra vez, para ofrecerse en changas o hacer la cosecha, juntar unos pesos para días o semanas solventando churrasquitos, alguna frazada y alpargatas. Porque el linye de ley no es un mendigo, el linye de ley comprende que su dignidad no está en la caridad. Ha elegido no someterse al sistema de explotación humana, aunque sabe que para subsistir debe trabajar, cediendo por períodos.

La vía no es romántica. Todo tipo de peligros acechan al linyera. Dentro de ese submundo de vagabundos convive el lumpenaje, aquellos que mendigan, los que roban al propio compañero, delatan, se prostituyen y hostigan sexualmente. Así Bepo aprendió a dormir en estado de semivigilia, con el fierrito atizador de brasas predispuesto y a mover para otra ranchada, cuando las compañías no son buenas.

En términos políticos, los linyeras como Bepo fueron hombres cultos hijos del criollaje pobre o de las primeras oleadas inmigratorias. Una transición del gaucho al proletario; si el mestizo de las pampas se resistía a la explotación y vagaba por las llanuras alimentándose de todo bicho que camine – sin comprender al animal como propiedad privada – el croto rechazará el trabajo alienante en pueblos y ciudades de la floreciente patria agroexportadora, ya sin pingo, aún errante y sin patrón. Gaucho y linye son anarquistas, los primeros sin saberlo, sus sucesores por formación. En 1934 se produce la huelga de los linyeras, los mayores braceros en la cosecha del maíz. Piden un aumento de 5 centavos por bolsa, la voz se corre de boca a boca entre los caminantes y por las vías, sin jefes ni partidos; a la distancia manifiesta su apoyo la FORA. Como toda huelga, finalmente se diluye. Resulta interesante comprender que algunos chacareros de aquellos tiempos, los patrones del bracero, estaban de paso por tierras ajenas en las que trabajaban. Dice Bepo: “no logro conciliarlos con la imagen del burgués prepotente y explotador contra quienes creíamos luchar”. Años después, muchos de esos chacareros quedarán en la ruina y terminarán croteando a la par de los braceros. La década siguiente, con la aparición del peronismo se produce un fuerte crecimiento estatal y un sindicalismo cooptado por el Estado. Las relaciones laborales intervenidas por ministerios e inspectores. El patrón es obligado a dar trabajo a los braceros bajo contratos, dando fin al trabajo libre de los linyeras. Si para algunos el arbitrio del Estado mediante el sindicato supone condiciones favorables para el trabajador impidiendo abusos del patrón, para el linyera anarquista implicó el fin de sus días en las vías. Afiliarse a sindicatos cuyo fin es cómplice de la explotación humana, papeles burocráticos que reglamentan cuándo, dónde, cómo y qué debe hacer el trabajador estaban fuera de la libertad que los linyeras practicaron por décadas.

Así fue obligado a abandonar los rieles el hombre libre errante. Bepo se resistió a sacar boletos y viajar como un burgués. No pudo con su espíritu y a bordo de un carro por los caminos rurales de Buenos Aires pidió a los durmientes su jubilación.

(…) Comíamos una paleta de la oveja cazada al mediodía. Yo tenía los dedos brillosos de grasa, me puse a pensar en cosas y sonreí.

¿Qué le causa risa, “mon ami”?

Estaba yo recordando en ese momento algo que le había oído decir en Tandil un Primero de Mayo a González Pacheco: la propiedad es un robo.

Frase de Proudhon, un pensador anarquista – me dijo –. ¿Lo piensa por la expropiación de esta mañana? Y a usté ¿ qué le parece?

¡Que esta paleta está superior! – Y nos pusimos a reír como dos chicos (…)

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No pibe

*Escribe Germán Grob

Una reflexión sobre lo trascendido públicamente el 26 de agosto de 2021, en la Escuela Técnica 2 de Ciudad Evita, La Matanza, Buenos Aires, Argentina, cuando una compañera docente fue registrada en video durante su clase.

No, no, no, no pibe, no lo hagas, que eso está mal…
JAVIER MARTINEZ, MANAL, No pibe

Año 1997, tercero de la Secundaria -la vieja secundaria, la de 5, bachiller o perito- clase de Lengua y literatura. Le confieso a la profesora que abandono el libro y me rehuso a completar su lectura. Macondo excede el límite de lo verosímil cuando en la revuelta bajan de un escopetazo por la espalda al cura del pueblo, quien por calmar las pasiones se puso a levitar. Alboroto e intercambio de opiniones dan lugar a mi certeza: puede haber ganado el Nóbel de Literatura, dicen que Borges es mejor, el libro me cansó. Mónica se escandaliza, manda a llamar a la vicedirectora y expone la situación.

Sería de manual afirmar que toda discusión es política y que todos somos políticos, que nadie es neutral. Discutir una novela de García Márquez, desde la incomprensión del realismo mágico, no representa riesgo ideológico alguno. Macondo no es Ciudad Evita, en la Técnica 2, año 2021. Encuentro entonces que la escena escolar es válida porque en 5 años de escuela secundaria no tuve una sola clase, en ninguna asignatura, donde se haya mencionado la dictadura militar de 1976. Fresca aún, con una mecha que en aquellos años ‘90 volvería a encenderse.

Si la compañera, con su ferviente defensa del período kirchnerista, adoctrina a los estudiantes; ¿qué hacían con mi generación, mientras saqueaban las riquezas de la nación? ¿Qué hacían con nosotros, al negar un genocidio con las leyes del perdón?

Poco más de una década después, transito los pasillos de otra Técnica 2, no en la ciudad con manzanas en rodete, sino en Bahía Blanca. Inevitable resulta detenerse frente a una foto de Mitre, aquel que encabezó la Guerra contra el Paraguay para que la oligarquía terrateniente socia de Londres amplíe sus riquezas.

¿Habrá escuela sin un cuadrito de Domingo Faustino? Sarmiento, padre del aula, aquel que pidió regar el suelo de la patria con sangre de gauchos y de indios. Huele a adoctrinamiento.

En las escuelas públicas hay ideologías, se discuten ideas, hay política. Y así debe ser, porque el debate y el compromiso nos hace ser solidarios, construir centrados en el bien común -de comunal, o comunista, ojo al piojo-. Porque aunque no les guste, a la escuela pública van los hijos de los laburantes.

Los de adentro, los que firmamos el libro de temas -si es que hacemos algo más que recibir un salario a cambio de impartir conocimientos neutrales- nos preguntamos acaso ¿Qué estamos enseñando en valores? ¿Cómo nos posicionamos ante la sociedad vigilante? El panóptico de Foucault, el 1984 de Orwell, los algoritmos servicio de las redes sociales, ¿los problematizamos? Hay una sociedad animal, voraz, furiosa por la denuncia. Las nuevas tecnologías aparecen por estos tiempos como un fetiche de la doña ciudadana; saca el teléfono, deja el botón de la foto presionado y aporta el video que la impulsa a la cima de los medios de comunicación. En plena pandemia durante el 2020, con un semitoque de queda, la cuidadana se pasó horas chusmeando por la ventana para botonear a los vecinos. Un año despues se enteró que el mismísimo Señor Presidente de la Nación, profesor de Derecho en la UBA, distrajo su moral e incumplió su propio Decreto de Necesidad y Urgencia. El punto aquí es que esa onda de la sociedad de control se metió en las escuelas, que la cuidadana vigilante tal vez tenga módulos de alguna asignatura. Y así los pibes terminan por contradecir su propio y natural espíritu, el de rebelarse y discutir todo, a cambio de entregar el espacio que les es propio, las aulas, allí donde debe estimularse el debate y la confrontación de ideas aún cuando exista un autoritarismo pedagógico, porque los centros de estudiantes, otros profesores y estudiantes debemos  solucionar esas problemáticas en ese espacio.

Luego de algunos años ya no sorprende la actitud de algunos compañeros, la de no meterse o señalar, al fin y al cabo nada teme quien nada se juega. Lo lamentable, claro está, son aquellos colegas que vomitaron precozmente contra la docente de Ciudad Evita, por oficialista, por el vigor en la defensa de la década ganada. ¿Hace falta, en medio del escarnio público, centrarse en el contenido y las ideas de la compañera? Tal vez hayan coincidido con el ministro de educación al exigir que la aparten de su trabajo.

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La Prole

*Escribe Paula Pardavila

Se dice que el termino prole define a los hijos de una persona, por lo cual, es un conjunto de personas que tienen algo en común.

El termino proletario es originario de la Roma Imperial, en la que

los proletari eran los ciudadanos de la clase más baja, carecían de propiedades y solo podían aportar prole (hijos) para engrosar los ejércitos del Imperio.

El término fue recuperado por Carlitos Marx, para identificar a la clase trabajadora asalariada, sin medios de producción, los obligados a vender su fuerza de trabajo para poder subsistir.

Hasta aquí un pantallazo para situar una clase social, clase de la cual soy parte, LA CLASE TRABAJADORA.

Pensaba en la actualidad, tantos “intelectuales”, “militantes de cartón”, hablando tan sueltamente de las problemáticas de los trabajadores, gente que sale a la calle con su librito bajo el brazo predicando y creyendo que ¨ilumina”a los que viven en el oscurantismo de la conciencia.

Los cartelitos de apoyo son tendencia en la redes “Estamos con los laburantes”, “Apoyo a los trabajadores”, suena y se ve muy lindo, pero en la realidad hay muchos que sostienen el cartel, pero viven de la renta de los laburantes, pequeños burgueses inmundos, que te hablan de las problemáticas de las villas, y nunca han tenido barro en los zapatos, te hablan de la fabrica y nunca han trabajado.

Los que tenemos conciencia de clase, esos que somos prole de un laburante, ese laburante que soñaba con el “nuestros hijos nacerán con el puño levantado”, ese que nos dió el orgullo de pertenecer, y seguimos esa lucha recordando la infinidad de veces que hemos visto venir al viejo hecho mierda porque laburaba doce horas, o preocupados porque la guita no alcanzaba, juntando la moneda para una ropa o una salidita con los pibes; amargado porque se venía el quilombo y era fija que perdía el laburo.

Muchos laburantes son conscientes de las situaciones de explotación en la que viven, pero agachan el lomo y tragan mierda porque no pueden perder el ingreso, no pueden dejar sin el morfi a los críos.

Ilustración: Emperador
Gonzalez

Cuando escucho a los “iluminados”, sabelotodo pienso… mi viejo como tantos laburó toda su vida, paso el Rodrigazo, los milicos, hiper-hiperinflacón, los ’90, el 2001, el campo, por solo nombrar algunos, Pérdidas de laburo por luchar, por quiebra, por cierre, porque lo cagaron, falta de laburo por meses.

Entonces digo a los “iluminados”, cuando te vienen a contar un trabajador de manual, que con sus revelaciones podrán cooptar, esos que hablan sin escuchar, miran sin ver. No me hablen de lucha, de DIGNIDAD DEL TRABAJADOR , porque nuestro sudor no cabe en sus periódicos.

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Your Honor (2020), justicia de clase

Póster La Rebelde

«Hacete amigo del juez, no le dés de qué quejarse
y cuando quiera enojarse, vos te debés encoger
pues siempre es güeno tener palenque ande ir a rascarse
«

JOSÉ HERNÁNDEZ, la vuelta de Matin Fierro

*Por Donato Di’ Nunzzio

El capítulo presentación de la serie resulta trascendental, un suceso doloroso recreado de forma impactante, desesperante, en el que se logra aquello que sólo las excepciones del cine pueden alcanzar: meter al espectador dentro de la escena, agitar todas sus emociones como si estuviese mirando desde adentro. Bryan Cranston (Walter White o Heisenberg en Breaking Bad) es un juez progresista tendiente a favorecer a los de abajo, los negros lumpen del sur esclavista en los Estados Unidos. Mueve los hilos en favor del acusado y acredita al implacable sistema de justicia cuyos defensores de pobres y ausentes son provistos como resortes necesarios de la maquinaria.

La trama de la serie transcurre en torno al juez y al hecho desgraciado. En cada capítulo entra en juego algún detalle que complejiza la resolución clara y evidente. Pudo ser otra historia simpática del realismo mágico si se hubiese movido unos kilómetros al oeste y hacia el sur, atravesando el río Bravo.

Tal vez Nueva Orleans, como ciudad pequeña –no tanto, aunque menos que las monstruosas urbes yanquis de rascacielos– se ofrece para encuentros casuales entre personajes, por sus calles coloniales, en edificios públicos o a orillas del Mississipi. La ciudad del jazz, aquella por la que pasan los huracanes, la de Treme –otra serie a degustar-, es también el lugar indicado para reflejar la corrupción, la violencia policial y el sucio poder político que completan la maquinaria de un sistema tramposo, donde las leyes constituyen el medio de exclusión para las mayorías y privilegios para algunos. Este clima familiar de Nueva Orleans pinta la comedia que configuran las Instituciones en un banquete que sabe a frutos de mar; sus comensales son el juez, la senadora, un candidato a jefe de gobierno y el perro de policía moviendo la cola a la espera de algún hueso.

Como argumento final para recomendar esta serie queda el abordaje al juicio por jurados, esa trampa ingeniosa mediante la cuál la democracia más avanzada del mundo manipula y utiliza la ignorancia política de los comunes para condenar a los despojos y rebeldes del sistema. Todo cierra; están las leyes, las instituciones, los hombres sabios y formados. Juzga el pueblo, solo hay que conducirlo.

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