Milonga de la mulita

MILONGA DE LA MULITA

Del barrio de Luzu saliste
jetón y buche, sin escarmiento
con pavura hoy andás
por las calles sin pavimento.

Pateaste la América toda
Machupichu, la Puna y el Tucumán
cerraste un beneficioso acuerdo
al abrazar al concejal.

Artesano de los paisajes
trascendiste hacia tus cuadritos
al beber las infusiones
del convite del san pedrito.

Te burlaste de aquel guapo
en tu recalada por la feria
mas de una paliza empardó
la birlada de su flor.

Huyendo conociste
a mescalito a través del cactus
y en tu ignorancia de Don Genaro
creías reverenciar al diablo.

Y es que alardeás de quemado
de tu pasado lumpenaje
sos la mulita del trompa,
el bufón del caretaje.

¿Cuándo fue que conciliaste,
el tonal con el nagual?
La fábrica para los giles,
a los piolas libertad.

She’s so cold!
She’s so cold!
She’s so cold!
Aletea la mulita,
pentatónica cuadrada
y otro cover que se va.

Subvencionado vive este otario
de cuarenta y tantos años de edad,
de su mamita recibe
cada treinta días la mensualidad.

Su princecita de amor lo desborda,
corresponde con falsas promesas;
las sierras, los mares, el sol
She’s so cold!
She’s so cold!
She’s so cold!

Y al arrimar a Casanova
ramas sin flor arrebata;
por la ochava de fiera y gallo
combustiona un paraguayo.

De su hembra, ¿pa’ qué hablar?
Cachivache de barrio picante
cuando el tufo se puso bravo
la entregó cual estandarte.

Furiosa acusó pagarés,
a vo’, a vo’ y a vo’;
el turro amagó acompañarla
She’s so cold!
She’s so cold!
She’s so cold!

Me aflojaste la mano, rezonga
con ardor este chambón
siga rasgueando, mulita
la milonga a su protector.

Pillo del inquilinato
este payasó se ufanó.
Ya no sale de su cueva
She’s so cold!
She’s so cold!
She’s so cold!

Un escritor del Oeste dice: «existir a través de la palabra«. ¿Cuánto hay que morderse la lengua? ¿Cuán elástica es la cuerda de la civilidad? Este personaje nos tuvo a mal traer por meses, irrumpió en reiteradas oportunidades en nuestro humilde y apacible hogar, con sus toxicidades y griteríos propios de los haraganes que viven trampeando al único modo de vida honesta: laburando. En alguna oportunidad, bajo un descomunal esfuerzo por esbozar una idea política, este parásito social vomitó su máxima: «ya le doy demasiado al Estado». Eso sí, en distracciones de su ideario y sin sonrojarse acepta legalmente todo tipo de asistencialismos. Su máxima anterior se ubica, necesariamente, por debajo de un principio irrenunciable: rascarse, sin perjucio de ella. Cierto día colmó las paciencias, se desentendió de respetos y trazó su propio destino. Compuso, sin querer, su melodía; a la que bajo el influjo de payadores y rabia masticada, con simpleza, me permití dar letra.

Estos versos son para vos, mulita.

GERMÁN GROB, Milonga de la mulita.

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