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Bodegón proletario

Ph La Rebelde

*Escribe Antonio Berger

En Yrigoyen y Perón, hacia el corazón de San Justo, se dan cita los laburantes. Resulta una esquina ineludible, 3 paradas de bondis, el 620, el 174 o el 338 que nutren a los barrios por la Ruta 3 y los fondos de Castillo. La necesaria combinación o por exigida recalada, a fuerza del rugir de las tripas, obligan al obrero a parar en Lo de Guille.

Sábado de marzo, mediodía, el letrero anuncia un salpicón de ave. Como opción acorde a los tiempos que corren -de birrerías que desplazan al vermú- se ofrece una cerveza de botella verde y papas fritas al verdeo. Desbordan la bandeja para que los comensales reconozcan la ventaja que suponen frente a Santa, cuyas fritas se cuentan de a pocos dedos. El sencillo menú se ajusta a los cuerpos de albañiles, pintores y obreros de las fábricas: minutas, parrilla y sanguchería. Las mesas de exterior, bajo el alero y al calor de un tibio sol, obligan a la espera. Hacia adentro, los ventiladores a media marcha disipan los aromas; sólo hay lugar en el sector de camisetas del fútbol argentino, Chicago, Los Andes, Vélez y Belgrano invitan a ocuparlas. La estética obrera es inapelable, tatuaje del Momo en una pierna, la banda del plomero de Mataderos en un brazo, escudos y nombres de niños en pieles de genética mestiza.

Un grupo de simpatizantes del cuadro de Boedo discute la estrategia frente al clásico Huracán. Degluten el asado con ayuda de un Michel Torino, un Branca, la soda o una Coca.

El apuro por volver obliga al sánguche de a pié. La cola se confunde con aquella de los bondis de Yrigoyen, se prolonga por Perón para el lado de Morón y termina con la deserción de quien opta por morfar hacia el fin de su jornada.

No hay tregua para los mozos, son 2 en rigor. Un muchacho y su compañera intercalan atenciones, tratan a los clientes por igual y muestran sorpresa y gratitud cuando algún laburante deja la propina como prueba de su conciencia de clase. Guille abandona el armado de pedidos y echa una mano a los mozos cuando no dan abasto con las mesas. Refriega con un trapo, junta los platos y ahí va, hay lugar para uno más.

Lo de Guille es una referencia, la opción primera para los laburantes de La Matanza. Es un bodegón proletario, por precio y calidad.

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Torrents: una guía básica por el libre acceso a la cultura

*Escribe Germán Grob

Una observación inicial

Esta nota no es un tutorial, no podría serlo. Constituye, sin más, un intento por explicar conceptos técnicos complejos que abran camino al mundo del libre intercambio de contenidos digitales. Hacia el final se ofrece una breve guía, como puesta en práctica de las herramientas desarrolladas para acceder a tales contenidos. Los programas o aplicaciones, sus configuraciones y todo aquello que pueda suponer dificultades no superadas ni abordadas en esta guía son explicados en innumerables tutoriales ofrecidos en video online o textos con imágenes, fácilmente encontrables en la web. El fin aquí es contar de qué se trata la red donde los individuos comparten la cultura, sin restricciones ni imposición alguna.

Internet y masividad: intercambios de contenidos

El acceso a contenidos digitales a través de la red (internet) se ha ido masificando con el paso del tiempo. Es la banda ancha, entendido esto como “velocidades de navegación” en tiempo real y descarga de archivos en plazos relativamente cortos, hacia los años 2000 –tal vez 2005/2007 en adelante, en Argentina– lo que ha permitido este proceso. Ya no es cosa de expertos o “informáticos”, es en verdad una conducta de los individuos que utilizan la internet; la mayoría de las personas busca y descarga o accede en línea a todo tipo de contenidos. Sin embargo, las limitaciones son grandes y aquello a lo que podemos acceder –por desconocimiento– redunda en un círculo conocido; miramos siempre las mismas películas, escuchamos las mismas canciones y leemos los escritores más conocidos.

Las plataformas de contenidos por streaming –Netflix, Youtube, Spotify y tantas otras– además de limitarnos en la variedad nos generan dependencia, son fáciles de usar y nos acostumbramos, luego no podemos usar otras herramientas. Pero hay algo más, el contenido allí alojado puede no estar disponible, definitivamente, en cualquier momento. Como alternativa se pueden descargar los contenidos, se baja el material por vía directa desde esas plataformas o por servidores de archivos y se guarda localmente en la pc o el teléfono.

Torrents, la alternativa para no perdernos nada

Hasta aquí lo habitual, es decir las opciones por las que nos movemos, con las limitaciones mencionadas. ¿Existen alternativas? Sí, los torrents.

Los torrents han sido utilizados para compartir archivos desde la masificación de la banda ancha, incluso desde antes, en tiempos de las conexiones a la red por línea de teléfono, en sus predecesores como el eMule y otros programas de descarga de velocidades muy bajas. Intentemos pues explicar algunos conceptos técnicos importantes y necesarios.

Existen dos formas principales para descargar contenidos –al decir contenidos nos referimos a audio, video, texto, imágenes-: Centralizada, desde un servidor. Se descarga el archivo desde algún sitio o web, como Youtube, Drive de Google, etc. Esto es conocido como modelo Cliente-Servidor, donde hay una jerarquía; si el Servidor (mayor jerarquía) se cae o borra el archivo, el Cliente se priva del contenido. Descentralizada, sin jerarquía, entre pares o iguales; conocido como modelo p2p. Profundicemos en el modelo p2p. Aquí no hay un servidor que gobierne sobre el resto, todos los dispositivos (computadoras, teléfonos, etc) son iguales, se comportan como servidores (suben archivos) y como clientes (descargan). Se elimina así el problema de la dependencia con el servidor, borrado de archivos o caída del mismo. Se puede pensar que la red p2p es colaborativa, todos los dispositivos comparten; además de ofrecer mayor libertad, pues no hay políticas de censura que impongan qué archivos son válidos para descargarse.

Comprendido, al menos básicamente, el concepto de red entre iguales (p2p, insistiendo en que es descentralizada) pasamos al torrent. ¿Qué es un torrent? Es un archivo que contiene información sobre los pares (los dispositivos, computadoras, teléfonos, etc) que comparten el archivo de interés a descargar. Intentemos clarificar: supongamos que de alguna manera (luego llegaremos a ello) encontré al archivo que deseo descargar, tal vez un video; bien, primero descargo el archivo torrent que contiene información sobre los pares que comparten el video. El torrent (archivo con información de los pares que comparten lo que se va a descargar) descarga y comparte el archivo (audio, video, etc.) mediante un software (un programa o aplicación). Sin entrar en detalles, el archivo torrent tiene una variante que es el archivo magnet (enlace magnético) que puede ser abierto con el mismo software de descarga. Vemos que dentro de la red (internet) se pueden intercambiar contenidos entre iguales (pares) que los comparten libremente. El archivo torrent, además de la información sobre los pares que comparten el archivo a descargar (audio, video, etc) contiene información sobre los trackers, los servidores que permanentemente actualizan la cantidad de pares y localizaciones de quienes comparten el archivo a descargar. Podemos pensar al tracker como un servidor (una computadora online permanentemente) que avisa al torrent que estamos descargando desde qué pares descargar.

Hemos desarrollado los conceptos técnicos básicos sobre cómo trabajan los torrents; como vimos, se requiere un software, un programa o aplicación en nuestra computadora o teléfono para poder descargar contenidos que se comparten. Surge el problema ya mencionado, ¿de dónde obtengo el torrent que me permite descargar lo que busco, sea audio, video, texto, imágenes? Aquí se abre un mundo y es cada individuo quien va construyendo sus lazos culturales de intercambio de materiales digitales de todo tipo. El archivo torrent se puede recibir por mensajería, luego se abre con el software necesario y se espera completar la descarga. Lo cierto es que los torrents se buscan, o bien se visualizan por suscripción en algún sitio web de interés.

La búsqueda de torrents se hace en motores específicos, como si se buscase información en Google, pero de torrents. Es decir, en un navegador web (Firefox, Opera, Chrome) debo colocar la dirección electrónica exacta del motor de búsqueda (del tipo www o http://) y desde allí tipear palabras claves de lo que se busca descargar; el buscador devuelve una serie de resultados, se elige el torrent, se descarga el archivo torrent y el software específico comenzará la descarga de lo que se busca. El buscador más conocido –merece especial atención– es la bahía del pirata (the pirate bay, TPB). TPB hace casi 2 décadas que almacena búsquedas de torrents y ha dado batalla a todo tipo de ataques y censuras por diferentes Estados autoritarios. En general, el dominio (la dirección electrónica) de TPB sigue la forma https://thepirate-bay.org, donde [.org] suele variar. Si ese servidor, alojado en algún pais del mundo, es bloqueado por los gobiernos; los administradores de TPB lo vuelven a montar en otro lugar, cambia su dominio [https://thepirate-bay.se] tal vez, y así sucesivamente, gambeteando las políticas absurdas de impedimento de libres intercambios.

TPB es un buscador de torrents, pero además es un tracker abierto. Los servidores de TPB actualizan los pares (dispositivos) que comparten los archivos permanentemente. Existen trackers privados donde su acceso requiere una cuenta de usuario y donde el intercambio es forzadamente colaborativo, lo que implica que para descargar hay que subir, necesariamente, bajo auditoría del tracker. Estos trackers privados tienen un sistema de ratio, entendido esto simplemente como un cociente (una división) entre lo que se sube y lo que se baja. En general, los trackers privados exigen un ratio mínimo de 0.5, donde lo descargado debe compensarse subiendo al menos la mitad. Veamos; si un usuario del tracker privado descarga archivos que suman 2 GB, debe subir al menos 1 GB, manteniendo su ratio por encima de 0.5. De esa forma se evita el abuso de los usuarios que descargan y quitan sus archivos rápidamente, sin compartir. Los trackers privados, además, permiten cierta durabilidad relativa de los archivos: si un archivo, video por caso, con el tiempo deja de ser compartido, no tiene pares, puede ocurrir más tarde que otro usuario desee descargar ese video; tiene aún la opción de pedir un reseed (que los usuarios vuelvan a compartirlo) y completar la descarga. Naturalmente los usuarios dejan de compartir archivos, pues nadie puede almacenar infinitamente en sus dispositivos; pero quizás los guardan en otros soportes y los vuelven a compartir ante un pedido de reseed. ¿Cómo se obtiene una cuenta en un tracker privado? Por invitación de otro usuario, o bien cuando el tracker abre sus registros. Hoy día los trackers privados no son tan apetecidos, pues los trackers abiertos como TPB suman permanentemente usuarios que libremente intercambian archivos; son de hecho, lugares de intercambio de materiales en archivos digitales muy específicos, de culto quizás. Un tracker privado muy conocido en Argentina es Bit Torrent Argentina (http://www.bt-arg.com.ar), donde los usuarios intercambian hasta películas de culto en VHS digitalizadas.

Seguridad y privacidad. Cautela y autoelección para los intercambios

La descarga de archivos mediante torrents es más segura, desde el punto de vista de la privacidad, que la descarga directa desde un servidor. Quien descarga un video, por ejemplo desde el Drive de Google, está más expuesto que bajo el intercambio entre pares; pues ese servidor sabe, mediante la IP (dirección electrónica única de todo equipo conectado a la red) y almacena datos de quienes descargan y navegan por sus servidores. Si un gobierno monitorea a un usuario, sabrá muy fácilmente lo que descarga. Al utilizar torrents –recordemos que son pares que intercambian archivos– el monitoreo se complica porque son muchos dispositivos desde diferentes partes del mundo compartiendo porciones. Sin embargo, no es completamente privado el intercambio entre pares; como no es completamente privada la navegación, ni la utilización de servicios web (como los mails, aunque sean correos fuertemente encriptados). Para una absoluta navegación y descarga de archivos de forma privada son necesarias las VPN, redes privadas virtuales con costos nada bajos.

A los bifes

Poniendo en práctica lo expuesto, la descarga de contenidos mediante torrents supone la siguiente secuencia:

1- Instalar un software en nuestro dispositivo, sea pc o teléfono. Transmission corre en Windows y Linux (si hablamos de pc) y en Android (teléfonos). Es seguro, no requiere licencias, pagos, ni vencimientos. Es preciso tener instalada esta aplicación, pues sin ella no se podrá abrir el archivo torrent.

2- Buscar el material que queremos descargar. Esto depende de las necesidades de cada individuo; lo que busca, formatos, calidades (en caso de audio o video). Al ingresar al mundo del intercambio, cada quien va ampliando y creando sus lugares de interés. Para comenzar podemos recomendar:

  • https://thepirate-bay.org TPB, la bahía del pirata. El buscador de torrent más popular del mundo. Recordar que la dirección electrónica (el link) puede variar, en cuyo caso habrá que indagar la nueva dirección. Se debe tener en cuenta que cuantos mas pares tiene el torrent, más rápido se descarga. Los pares se mostrarán como seeders (usuarios que poseen el archivo completo) y como leechers (usuarios que no completaron la descarga). Si el archivo no tiene seeders, pero sí leechers, es probable que no se complete la descarga.
  • http://www.bt-arg.com.ar BitTorrent Argentina. Tracker privado que requiere registro para acceder.
  • http://www.argenteam.net Es una web cuyo acceso no requiere necesariamente registro. Allí se elaboran desde hace más de 10 años los mejores subtítulos en español neutro para video en otras lenguas. Además del subtítulo se ofrece el torrent para el video. El subtítulo está contenido en un pequeño archivo comprimido que se descarga por vía directa con el navegador web (Mozilla, Chrome, etc) desde esa página.
  • https://www.subdivx.com Es una web donde se ofrecen subtítulos. Puede complementar un video en otro idioma descargado desde TPB. Como en la web anterior, el subtítulo se descarga por vía directa desde allí. Debe accederse con precaución pues suele mostrar publicidades emergentes y abrir ventanas a otros sitios, potencialmente maliciosos.

3- Descargar el archivo torrent. Una vez decidido el material de interés se clickea en el link y se baja el archivo torrent o magnet (sin detallar, a los fines prácticos resulta indistinto). Ese torrent debe abrirse con el software cliente, Transmission, quien comenzará a descargar y compartir lo que hasta ese momento buscábamos. Simplificando, se busca el torrent, se elige y se accede para ver sus detalles, allí se mostrará algún link de descarga o magnet, se clickea y se baja un pequeño archivo. Ese archivo torrent deberá abrirse con Transmission, si se marca la opción de recordar la acción en adelante lo hará automáticamente. Comienza la descarga y en Transmission se puede monitorear el proceso.

4- Abir el material digital descargado. Al completar la descarga se deberá abrir el archivo descargado por fuera de Transmission. En el caso de los videos hay que contar con un software capaz de reproducir cualquier formato y los subtítulos descargados. VLC es seguro, sin licencias ni vencimientos, está disponible para pc y teléfonos.

Negocio y cultura. Un debate necesario

Alguna vez escuché a Manu Chao exlicar que no se oponía a las descargas de sus discos –en verdad se refería a la piratería– porque él mismo, cuando era muy joven y formaba sus primeras bandas de rock, copiaba casetes que le prestaban; y contaba que era la única forma de conocer nuevos artistas porque no había dinero para comprar todo. En tiempos de la música digital, del compact disc, las discográficas argentinas pagaban alrededor de $1 de cada $20 al artista. Las discográficas robaban al músico, incluso se apropiaban de la obra, pues obligaban en sus contratos a ceder los derechos. El artista quedaba sometido –salvo excepciones que marcaron un camino– pues el negocio lo monopolizaban un par de discográficas sin las que grabar era imposible.

Previo a la masificación del acceso a la banda ancha el consumo de películas se daba por alquileres en videoclubes, pero la llegada de la multinacional Blockbuster «se comió» a los videos de barrio. Con la banda ancha la piratería creció notablemente, las películas comenzaban a descargarlas los usuarios o se vendían copias en la calle. Sin embargo, el fin de de Blockbuster se produjo cuando los usuarios tuvieron a disposición una plataforma de video online, por srteaming, a precio realmente bajo. Netflix aniquiló a Blockbuster, no el mantero del Parque Rivadavia.

Volviendo a la música, los artistas no desaparecieron ni dejaron de producir arte; lo que cambió es la forma en que lanzan y distribuyen sus producciones. Sí han desaparecido muchas discográficas y las que quedan, gigantes de los negocios, tienen dificultades. Pero este interesante proceso ha provocado un resurgir artesanal porque muchos músicos graban y producen sin depender del financiamiento de las discográficas. La obra, el disco, evidentemente se piratea, pero tambien se compra como objeto de culto para los seguidores. Hemos visto tambien, durante la cuarentena de 2020, que los músicos realizaron presentaciones virtuales, recitales en directo; que tambien pueden ser pirateados. Sucede que la piratería viene después del lanzamiento, es como comprar el CD grabado al aire en el recital, se puede escuchar, sí, no en vivo. Así, los seguidores de una banda de rock pagan por el streaming para disfrutar del vivo, del imponderable, la sorpresa y lo emocionante de lo que está al venir. El show pirateado puede revivir ese momento, dejarlo por siempre; y ponerlo al alcance de quienes no pudieron vivenciarlo.

Se ha dicho mucho sobre la piratería del cine, argumentando siempre con el golpe bajo, «la piratería deja actores y técnicos sin trabajo». Como en la música, a los artistas y trabajadores de la industria los roban las multinacionales y los empresarios. Los amantes del cine van al cine, el laburante se dá ese gusto. Robert de Niro no irá a parar debajo del puente de Brookling porque piratean The irish man. Las producciones nacionales pueden ser inviables si no recaudan, es un hecho; bajar costos de los cines y apoyo financiero por los organismos públicos, puede ser una solución.

Un argumento decisivo, no a favor de la piratería sino por el libre acceso a la cultura es que el intercambio de archivos, lo que Manu Chao hacía de pibe con casetes y hoy se hace con torrents, permite ver una película que alguien nos contó, de hace 60 años y que es imposible tenerla a nuestro alcance, incluso pagando a Netflix. Los torrents amplían la cultura, no hay duda.

Dato de color: en San Justo, en el Oeste del Conurbano, Buenos Aires, Argentina; en Avda. Santa María muy cerquita de Edenor hay un videoclub de barrio. Sobrevivió a la piratería, la multinacional yanqui, no.

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¡Tú si que tienes dueño!

Recuperada de internet, toqueteada por La Rebelde

«Este incidente me recordó una ocasión similar en la que había hablado sobre la humanidad de la mujer hacia el hombre. Siempre del lado de los perdedores, me molestaba que las mujeres hicieran responsables de todos los males al varón. Señalé que si realmente era un pecador tan grande como le pintaban las señoras, la mujer compartía con él la responsabilidad. La madre es la primera influencia en su vida, la primera en cultivar su vanidad y presunción. Las hermanas y las esposas continúan los pasos de la madre, sin mencionar a las amantes, que completan el trabajo empezado por aquella. La mujer es naturalmente perversa, argüí; desde el nacimiento del hijo varón hasta que alcanza la edad adulta, la madre no deja ningún cabo suelto para mantenerlo atado a ella. No obstante, la mujer odia verle débil y anhela el hombre viril. Idolatra en él aquellos rasgos que contribuyen a esclavizarla: su fuerza, egoísmo y exagerada vanidad. Las incoherencias de mi sexo mantienen al pobre varón oscilando entre el ídolo y el bruto, el ser querido y la bestia, el niño desvalido y el conquistador del mundo. Es en verdad la inhumanidad de la mujer hacia el hombre la que le hace ser lo que es. Cuando ella aprenda a ser tan egocéntrica y tan decidida como él, cuando adquiera el valor para ahondar en la vida como hace él y pague el precio debido, alcanzará su liberación y, de paso, también le ayudará a él a ser libre. Después de lo cual mis oyentes femeninas se alzaron frente a mí y gritaron: <<Tú sí que tienes un dueño, no nosotras>>» (Emma Goldman, Viviendo mi vida, pág. 612, Recuperado el 22/11/2015 de anarquismoenpdf.tumblr.com)

Invitada por el Women’s City Club de Los Ángeles, en 1915 y ante 500 mujeres, Emma Goldman ofreció estas ideas sobre el feminismo y se atrevió a criticar a las sufragistas. Fue tildada como enemiga de la libertad de la mujer y algunos miembros del club la censuraron.

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El Boliche de Pichín

En algún lugar de la inmensa llanura

*Escribe Germán Grob

A riesgo de incurrir en una imprudencia catastral y cometer imprecisiones varias, diré que la avenida del exterminador de pueblos originarios -Julio Argentino Roca- se extiende desde el sur, sureste, desde la Ruta 3 hacia su extremo opuesto norte, noroeste, finalizando en el ferrocarril, diagonal a los espesos y lustrosos adoquines azules que interrumpen su trayectoria. La modesta densidad poblacional comienza en esta avenida de vergüenza histórica redimida en honores políticos, mas no en nuestros ancestros nativos, legítimos dueños de aquellas pampas. Juega suerte de mojón un badén de pocos metros que bien pudo ser una acequia ciega y seca, transversal al acceso de continuidad en la avenida. Hacia el centro geográfico y comercial, distante media cuadra de la plaza, se ofrece sobre la avenida la casa del doctor; un administrador del municipio cuya simpatía por el León de los bandidos se reduce al concepto social de “zurdito”. El argumento es suficiente, resultan rechazadas sus presentaciones en la fiesta. Al frente, huelga la imprecisión, el boliche de Pichín.

Por aquellos tiempos los boliches conservaban una atmósfera y una estética heredada de las pulperías. Salones viejos de techos altos, tres o cuatro mesas, pisos de madera y el botellerío detrás del mostrador, junto a alguna heladera de manija. Tal vez sea una exageración el parentesco pulpero, es que resulta una extrañeza aludirlos como “el bar”. En rigor el boliche de Pichín prestaba servicio gastronómico de rotisería, para el Turco y los muchachos, el copetín al cierre de la zapatería.

Pichín entra y sale da la cocina, va y viene a todo vapor, por el rectángulo de una pared lateral salen los platos y las pizzas. Parece excesiva la presurosa atención a los clientes; dos mesas ocupadas. La chaqueta de Pichín, grasosa y abrochada en desconcierto me resulta extraña, nadie utiliza ese atuendo para despachar comidas o bebidas por aquellos lares. En el boliche de Pichín, el Turco me sirvió el primer vaso de Gancia con soda y limón; bajo aprobación tácita de mi viejo. Por supuesto; el mozo, ayudante de cocina, cajero, limpia piso, dueño del boliche, Pichín, se constituía en destinatario irremediable de las bromas del Turco, acompasado por mi viejo. Podía pasar hora y cuarto, hasta que al fin preguntase -¿Algo para picar, señores? No recuerdo negativa alguna. Si la hora aproximaba la cena, dos o tres platitos de cinc con aceitunas, palitos y maní resultaban oportunos. En ocasiones el Turco eludía su comida nocturna y mi viejo postergaba la de casa; Pichín entonces marchaba una picada completa. De variedad azarosa, la falta de matambre casero se sustituía por una milanesa aceitosa cortada en cuadraditos, en ocasiones un tomate natural con un emplasto de mayonesa, tal vez un huevo duro sin cortar, cubitos de queso y salamín. En su histérico ir y venir Pichín olvidaba los escarbadientes y ante el socarrón reclamo, presentaba los cubiertos, cosa curiosa para un copetín. No exagero al recordar la reiteración de alguna milanesa por el piso; Pichín puteando, rascando su cabeza de dimensiones favorables a las bromas y nuevamente al platito, luego de una superficial limpieza con servilletas de papel. En la mesa para dos, al fondo, de impecable traje gris a rayas, haciendo juego con la carmela reluciente, el Pulpo agota a sorbos de cuchara la sopa humeante de la casa.

La mayor tragedia climática recordada en esos pagos es contemporánea a estos sucesos de vermú. Me quedé sentado con el Turco, la luz se hace intermitente, Pichín intranquilo. Mi viejo vuelve de casa, Pichín recoge el Gancia y el sifón, desconoce los niveles consumidos y pregunta cuánto se sirvieron, calcula con el aplomo del dominio de bandeja, se cobra y salimos del boliche. El Turco cojea los 3 pasos hasta la zapatería, al tiempo que agachamos la cabeza con mi viejo y en rauda disparada esquivamos las ramas que caen de las palmeras de la plaza. Una diagonal de ciento y pico de metros, cruzar la calle, atravesar el pasillo infinito chapoteando y ahí si, a resguardo. Con los días, el saldo de aquel tornado resultaba angustiante; techos completos de galpones aparecían en baldíos vecinos, un árbol centenario aplastando un Citroen 3cv, tendidos eléctricos desprendidos de los postes como racimos de una parra.

Pena, vacío, incomprensión. Enigmas del ser que en mis tiempos de temprana juventud profundizaron y complejizaron algo así como un existencialismo del que no se tiene, tan siquiera, conciencia. Tal vez el recuerdo melancólico de aquellos tiempos, personajes y sabores oponen resistencia a la tragedia. Pichín decidió poner fin a su historia.

Otros boliches recogieron el devenir de anécdotas y personajes, asumiendo estéticas acordes a la exigencia de pulpería. En el barrio de los turcos o en la avenida, en algún club de bochas o en aquel donde mi tío, por ascendencia paternal, sonrojaba su nariz al calor de un vino en damajuana que ofrecía El buscavidas, reducto perfumado por la bruma del mar y la herencia emocional de El boliche de Pichín.

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¡Te vamos a tirar abajo!

Captura original de la película La livertá,toqueteada por La Rebelde

*Escribe Antonio Berger

En el documental La livertá (2014), de Gustavo Gzain, Osvaldo Bayer acusa al tirano. Desde una ventana mira su monumento, tan fastuoso como frío; el viejo libertario se dirige a este genocida inmutable, se enoja, hace pausas, gira y contempla la Plaza de Mayo. Finalmente lo advierte, a Roca y a su clase, la oligarquía argentina. Una memorable escena cuyo diálogo dice así:

«Julio Argentino Roca, le pertenece el monumento más grande de Buenos Aires, apenas 90 metros del Cabildo, ese maravilloso Cabildo de un Manuel Belgrano, de un Castelli, de un Moreno, que… ¡cómo defendieron a los pueblos originarios! Y vos los llamabas los salvajes de los bárbaros, pero te vamos a tirar abajo, te vamos a desmonumentar. Pero ¿Sabés a quién vamos a poner allí? A quién lo merece, a la mujer de los pueblos originarios ¡Que vos esclavizaste! Ya te vamos a bajar, porque acordate una sola cosa: la ética finalmente triunfa en la vida; y el recuerdo, el recuerdo y el honor es para los que defendieron la vida y no los que sembraron la muerte»

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Revolución de Mayo: las bases políticas para el granero del mundo

Recuperada de Internet, toqueteada por La Rebelde

Segunda parte de la clase pública de Don Fabio. El profesor Flores nos cuenta sobre los hombres de mayo de 1810, los más entusiastas y los moderados; sus intereses políticos y la necesidad de librarse de España para conformar una burguesía agraria, contenida e impedida por el feudalismo colonial. De Mariano Moreno a Castelli, pasando por Saavedra. Buenos Aires, su población civil armada, vanguardia de la independencia ante las dudas del resto del territorio.

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Revoluciones en tiempos de la Colonia

Levantamiento de esclavos, Ulrick Jean Pierre [click para ver sitio]

Abrimos la puerta del aula y escuchamos al Profesor Fabio Flores. En esta primer clase pública, ofrecida en ocasión de la Revolución de Mayo de 1810, nos cuenta las circunstancias que prepararon el campo para la conformación de los Estados nacionales en las colonias latinoamericanas. La clase de Don Fabio atraviesa 4 momentos, a saber: Necesidad de expansión de las potencias europeas a través del comercio; la situación particular de Santo Domingo (Haití); esclavismo, aparato de comercio desde África hacia la colonia; Revolución Haitiana e inspiración de los criollos de América Latina en la Revolución Francesa.

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Revolución Haitiana, pintura sin nombre, Ulrick Jean Pierre [click para ver web del artista]

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Libertarios del capital. Bastardeando un noble ideal

*Escribe Germán Grob

Un libertario no es de derecha. El rejunte de disparatados, reaccionarios y fascistas que se dieron cita el martes 26 en la Plaza de Mayo en la denominada Marcha Anticuarentena, promovió una notable y llamativa repercusión en los medios de comunicación de consumo de los autodenominados «libertarios». Uno de los bufones del circo per

sonificó en Javier Milei y José Luis Espert las ideas libertarias. Tan burda, como carente de consistencia, se vuelve la argumentación del pintoresco manifestante que corrientes dispares embanderan sus falsas ideas de libertad. Espert es un neoliberal, un representante político de las clases dominantes y se vuelve una simpleza descartarlo de las ideas libertarias dado que no se opone al Estado; en efecto, ha presentado una decadente candidatura presidencial en 2019. Veamos entonces al referente por descarte del simpático manifestante de la plaza. Es interesante la breve biografía de Javier Milei –Wikipedia, contrastada con coincidencias en notas periodísticas online varias– puesto que se trata de un hijo de la clase trabajadora. Su padre fue chofer de colectivos, aunque Milei no exprese sentido alguno de pertenencia, posicionándose ante la opinión pública como un hombre afecto al empresariado.

Rebeldía, juventud y anarcocapitalismo

La rebeldía, en la juventud, es conducta humana; se diría que una condición necesaria de ese tránsito a la adultez. La necesidad de independizarse, en un joven, requiere una cuota mínima de rebeldía. Tal vez esa cuota le permita sortear mandatos sociales ante la confusión y los temores que el mundo adulto supone. Así, el discurso de Milei -centrado en lo inadmisible de los impuestos y los impedimentos burocráticos que el Estado establece para dificultar esa emancipación- resulta atractivo para los jóvenes. Y más aún, alcanza a individuos practicantes de una onírica autogestión; práctica que en el ombliguismo de salvarse a sí mismos, sin solidaridad y apoyo mutuo, muere ante la crudeza y la parálisis que una peste mundial está provocando. Este discurso liberador de Milei es una simple oda al emprendedurismo, aquel que los neoliberales siempre promovieron para romper y achicar el trabajo asalariado en beneficio del capital. Con todo, el argumento más exaitante que esgrime es el de anarcocapitalismo. Este falso concepto le imprime cierta civilidad a la anarquía, un matiz despolitizado. Es claro que la anarquía ha sido degradada por la historia y el periodismo mercenario. Posterguemos por un instante el concepto de anarquía y su verdadero significado. Volvamos al economista del capital, Javier Milei. Para este iluminista de la acumulación sin restricciones de riquezas, la solución a la pobreza y la desigualdad es el anarcocapitalismo. En su pedagogía de shows televisados, con su didáctica despojada de tecnicismos, explica que hay que eliminar al Estado, una especie de monstruo autoritario que se impone a las libertades individuales. No hace falta ser catedrático ni universitario para comprender que el capitalismo sin Estado no existe. El Estado es el conjunto de instituciones políticas y jurídicas, bajo el control de las clases dominantes -el capital- que preserva la propiedad privada; las fuerzas represivas el principal aparato de violencia para su resguardo. Nuevamente, no existe capitalismo sin Estado. Milei, como todo buen burgués, aunque resulta una marioneta del burgués, sabe perfectamente de la necesidad del Estado para la supervivencia del capital. Su verdadera y oculta propuesta es la de achicar el Estado, jamás abolirlo. Elimínese el Estado y las masas tomarán lo que es suyo por ser quienes crean la riqueza y por resistir siglos de explotación y opresión. Milei y su capitalismo quedan así reducidos a palabras necias, aunque efectivas.

Abolición del falso concepto

Este falso posicionamiento ante el Estado que Milei promueve prende en la juventud y se romantiza con la palabra libertario. El individuo autónomo, acumulador de capital, sin la intromisión del Estado en los negocios de los particulares, comprendido como libertario. Un disparate. La libertad que Milei propone, la de las clases dominantes o el absurdo del «ser tu propio jefe», se sostiene en el sometimiento a las clases sociales bajas; la libertad del burgués a expensas de la miseria del trabajador.

Un libertario entonces, por naturaleza, pertenece a las clases populares, a la clase trabajadora. Por supuesto que puede haber -los hubo- libertarios hijos de las clases acomodadas; de la clase alta o capas medias, burgueses o pequeñoburgueses, ¿cómo negarlo? Ernesto Guevara, libertario de los mejores de nuestro tiempo y cuya opción política del socialismo autoritario quedan para otro análisis, provenía de un sector social medio-alto. Errico Malatesta era hijo de una familia rica, su origen no fue proletario. Lo determinante es que estos ejemplos de hombre nuevo sintieron un enorme amor por su pueblo, comprendieron que para ser revolucionario había que ser hijo del pueblo, vivir con el pueblo y como el pueblo, renunciando a todos los privilegios. Guevara encendió su fuego al viajar por latinoamérica y practicó una vida de revolucionario de la que jamás retornó; Malatesta renunció a la fortuna familiar heredada y viajó por el mundo fundando sociedades de resistencia, los gérmenes de los sindicatos, difundiendo las ideas anarquistas y viviendo del sudor de su trabajo obrero. Un libertario entonces busca en todo momento la libertad, lucha contra la opresión económica y política. Comprende que sólo habrá libertad en la igualdad social. No hay libertad para el individuo si sus pares no son libres, por tanto el ser libertario requiere solidaridad de clase. Así, ser libertarios para el bienestar individual, para acumular riquezas, es una necedad.

Sobre la anarquía

Existe una conceptualización sobre la anarquía basada en el triunfo político de las clases dominantes sobre los oprimidos. Ante la pregunta, una gran proporción de hombres comunes responderían que anarquía es desorden y caos, seguramente sea una definición de diccionario. Sin embargo, desde una perspectiva política, es lo opuesto; la anarquía es perfecto orden. Resulta dificultoso, aún ante los argumentos y las teorías, reconocer la armonía de la sociedad anarquista. Es preciso despojarse de las ideas liberales y autoritarias. Entender que es el Estado el que genera todas las contradicciones sociales y económicas, el que necesita aplicar la autoridad a través de la fuerza y la represión, fomentando finalmente ese caos y desorden permanente al que hay que controlar.

Una vez más, el anarcocapitalismo no existe, sin Estado no hay capitalismo.

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Cinta mataholograma

Afiche Patricio Rey del Oeste

Crónica de un show al que nunca iré

*Escribe Germán Grob

La banda de mi calle

Tendría 10 u 11 julios en mi historia cuando llegó a mis manos el primer compact disc de Los Redondos, desarmé cuidadosamente el nylon y lo puse en el humilde equipito de múscia de compactera superior que mis viejos nos regalaron para una cercana navidad. Acostumbrado a los cassettes, mayoritariamente grabados, a las radios AM y a las escasas FM de aquellas pampas, sentir la limpieza y el efecto estéreo de un disco digital resultaba verdaderamente un flash, una experiencia que ningún otro salto tecnológico agitaría en mis fibras. Desde ese día comencé a ahorrar las recompensas de las visitas a mi abuela, regalos de cumpleaños en billete y la paga por lavar el 1114 cerealero del algún pariente explotador; pude así comprar el Lobo suelto, cordero atado naranja en la disquería Panelli de Bahía Blanca, el primero de mis discos. En el viaje de egresados de 7° grado, en La falda, Córdoba, liquidé la mitad de mi presupuesto en una remera negra, con el lobo naranja.

Hasta 3° año de la secundaria, Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota fue mi banda de rock predilecta, pude adquirir el otro Lobo suelto, cordero atado; Baión Gulp llegaron como parte de los pocos discos de mi casa; La mosca y la sopa copiado en un TDK y finalmente Luzbelito, el último CD que mi viejo me compró al bajar del bondi en Retiro, en un viaje de 2 días a la capital.

Por las noches de insomnio de mi adolescencia, en el transcurso del 3° año de secundaria del viejo colegio Nacional, los lunes a la medianoche escuchaba en una FM local Animal nocturno, conducido y producido íntegramente por un personaje de aquellas latitudes del sudoeste bonaerense. El Gallego García, Chocolate, pretendía y proyectaba muy arriba; aunque es justo decirlo, ofrecía emisiones radiales y difusión de contenidos muy por encima de las opciones de comunicación y la chatura cultural de aquellos tiempos en nuestros pagos. En ese programa radial, de microcultura de pueblo interior, tuve mi primer acercamiento a un recital de Los Redondos; su conductor grabó en un cassette al aire, con fritura aceptable, el concierto en Tandil del año ’97. Los recitales de Los Redondos, para ese tiempo, ya gozaban del privilegio de considerarse leyenda y aventura de riesgo, entre el público alejado de las urbes. A mis 16 años calculaba que la oportunidad estaba cerca, aunque pudiesen no concretarse los detalles necesarios. Calma y fortuna es todo lo que pudiese esperar.

Este asunto está ahora y para siempre en tus manos, nene

Durante aquellos años mi identidad rockera se construyó prácticamente en solitario, mi grupo de amigos y compañeros de escuela no adherían al culto a Los Redondos; los escuchaban, sin más. Esa identidad mutó y se asentó en La Renga, una banda de principios ricoteros, con una poética más acorde al fin de los ’90. En el ’98 fuimos con aquellos amigos a ver a la banda de Mataderos al Club Estudiantes de Bahía Blanca; ese primer concierto de rock, con toda su cultura asociada y los seguidores criados al amparo ricotero que desafiaban a la policía federal, los camiones celulares que veíamos por primera vez y el arrasar y romper todo de la joyita para eventos de la ciudad cimentaban esa identidad.

Ya en el 2000, estudiante universitario de recursos siempre escasos, vi alejarse por siempre la posibilidad de ir a un recital de Los Redondos. Los afiches de los tours organizados a los conciertos en River, pegados en los edificios de la UNS, los miraba con amarga resignación. No era una premonición, todos los que seguíamos a la banda -los que no, tambien- comprendíamos que esa cultura de bardo, muertes, quilombo fuerte, en todos y cada uno de los recitales desde Huracán, diciembre del ’94, se afirmarían en los egos del Indio Solari, Skay y La Negra Poli para dar fin al fenómeno creciente y sin techo de la masividad de Los Redondos.

Cuando Los Redondos fueron proscriptos en Olavarría, el Indio explicó en conferencia de prensa: «hemos dicho más de una vez que esta banda les pertenece a ellos». Ese culto retroalimentado, del público a la banda y de la banda al público, donde poner el asunto en tus manos de Juguetes perdidos se hacía canción, debió salirse de control. Desde los shows íntimos en boliches La Negra Poli daba la orden de liberar la puerta, práctica que se reprodujo en las primeras presentaciones en los estadios de fútbol y que se volvió un mono con navaja cuando la puerta, por exigencia mafiosa, la controló la barra de Huracán en los shows del 16 y 17 de diciembre de 1994. El día 16, en el campo, parte del público hacía estragos, robos, riñas, desmanes, con heridos de gravedad. Desde ese Huracán, cada vez que se presentaban Los Redondos, el mito crecía, ir a un recital era una aventura peligrosa. En Santa Fé, un fanático apareció inconciente debajo del barro al otro día del recital. La despedida en River -último conciento en Buenos Aires-, otra vez con la barra tomando protagonismo, superó el desquicio del Ducó.

Rockeros bonitos, educaditos

La divergencia entre Los Redondos y Soda Stereo existe, existió y va a existir siempre. En el plano musical pueden tirarse flores los protagonistas, migrar de una a otra banda sus públicos, encontrar similitudes los críticos especializados; donde las aguas no se mezclan es en las características socioeconómicas de los seguidores. Soda Stereo representaba a un público cool, esteticista, de comodidades y pequeños beneficios fugaces que buscaba ser del Jet Set. Los Redondos eran seguidos por pibes de los barrios, hijos del proletariado, sucios y desprolijos, con la interesante contradicción de que Los Redondos y el Indio en particular, mostraban un look de clase media, despegada apenas de las clases populares, Solari solía vestir pantalón, zapatos y camisa para salir a escena; sobrio, no proletario. Aún en estas contradicciones, tal vez no tanto, la poética ricotera responde a su público; le cantan a ladrones marginales, incluyen a los guisos en sus metáforas, las franelas describen amores dificultados por las necesidades materiales y, por supuesto, se alude a las drogas, con especial énfasis en la que empolva la nariz a los tipos que rascan la alfombra por su amor. Se ha dicho, desde los estudiosos de fenómenos sociológicos y desde el perdiodismo burgués o progre, que Los Redondos se corresponden con un público marginal. No es cierto como un absolutismo, tampoco es genuina la negación. Recuerdo la serie Tumberos, cuyo trabajo en el estudio de las fuentes directas de inspiración y donde aquellos que alguna vez pisaron los penales lo confirman, reflejar los pabellones con Los Redondos sonando siempre. Parte del público era marginal, lumpen; ese público rendía fidelidad a la prosa ricotera y se apropiaba del protagonismo de los shows. Desde una perspectiva política de intelectuales izquierdistas universitarios, que suman y restan bancas en la democracia burguesa, ese lumpenproletariado es la escoria que surge desde y traiciona a su clase, es un mal que debe ser aplastado formando y controlando ideológicamente a las fuerzas represivas. Desde un lugar crítico, desde abajo, donde se convive a diario con la marginalidad; esa marginalidad, ese lumpenaje que etiquetan los iluministas del marxismo, es un serio problema a pensar y abordar; no es un esfuerzo estéril, a solucionar por aplastamiento de las capas sociales más bajas.

Huracán: 15 años después

Entre noviembre del ’93 y diciembre del ’94 Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Los Redondos, tocaron 5 veces en el Estadio Tomás A. Ducó. Hace unos días (mayo de 2020), se filtró o se dejó filtrar el video con fragmentos de las fechas del 16 y 17 de diciembre de 1994. Ese material daba vueltas online desde hace unos años, aunque esta vez se presenta notablemente mejorado. Sabida es la obsesión estética y sonora de Solari, un argumento más a los desencuentros ególatras entre el Indio, Skay y La Negra Poli; pues el Indio jamás quiso difundir materiales que se conservaban como tesoros y que, desde la trinchera opuesta, se dejan circular cada tanto. Este melancólico seguidor de Los Redondos, cuya paciencia acompañó a la carencia de recursos, en represalia a su mala fortuna celebra la difusión de todo aquello que irrita al líder de su banda de rock. Jamás pude ver a Los Redondos, no tuve oportunidad certera, me queda entonces disfrutar de esta joyita.

Colgamos el video en el canal de Peertube de La Rebelde, no por apropiación sino para conservarlo online, sabida es la política autoritaria de bajas y anulación de contenidos en Youtube. Dejamos el video limpio, tal como se encuentra en el canal de Acción poética ricotera, todo el reconocimiento a esa gente.

Ver en Peertube <Pantalla completa y opciones de calidad de reproducción>

La crónica –al término del video se evitarán spoilers emocionales varios

Como si se hubiese entrado tarde al estadio, se oye al Indio carajeándose con el público: (…)»para volver a capturar el espíritu de Los Redondos, por favor»(…) y arranca el rocanrol clásico de Mi perro dinamita. Se desacelera el agite y bajo tonalidades de luces rojizas dan lugar a Roto y mal parado. Primer toma amplia, desde la platea oficial, frente a la aguja del Palacio, se observa el agite de los ricoteros del campo. A continuación, El pibe de los astilleros, Skay electrizado se mueve por el escenario, brilla su eterna SG colorada y en su correa se patrocina en tachas al personaje míticoficticio. En Indio comienza con sutiles señas a quejarse del sonido, introduce sin embargo, muecas que acompañan su cantar.

Set para la doble fecha en Huracán:

16 De Diciembre

1- Mi Perro Dinamita

Afiche original, toqueteado por La Rebelde

2- Roto Y Mal Parado

3- El Pibe De Los Astilleros

4- Fusilado Por La Cruz Roja

5- Un Ángel Para Tu Soledad

6- Nadie Es Perfecto

7- Canción Para Naufragios

8- Shopping Disco-Zen

9- El Arte Del Buen Comer

10- Lobo Caído

17 De Diciembre

11- Espejismo

12- Lavi Rap

13- Yo Caníbal

14- Salando Las Heridas

15- Criminal Mambo

16- Tarea Fina

17- La Hija Del Fletero

18- Botija Rapado

19- El Pibe De Los Astilleros

20- Queso Ruso

21- Maldición Va A Ser Un Día Hermoso- Vamos Las Bandas

22- Jijiji

huracanredondos2
Público ricotero en acción

Se oscurece la noche, truenan los 3 tiros y vuelve el rocanrol frenético con Nadie es perfecto, Skay y el Indio se complementan perfectamente, no hay egos, se acerca Dawi y hacen los ecos del «crac, crac, crac». La dicha de estar en un recital permite observar detalles como el pañuelo de Skay colgando desde el cinturón, la ropa sobria de oficinista que resiste al look rocker en Solari y la pequeña modificación del riff de Canción para náufragos. A esta altura la lluvia no se oculta en la baja resolución de un VHS, decora la SG hasta la picardía de sentir pena si esa guitarra se estropease. Aumenta la intensidad del aguacero, oblicua, el agua entra y deja charcos en el escenario. No hay retorno para el Indio, se eleva el sonido hasta el acople incesante en El arte del buen comer. Deviene, varias canciones mediante, la exquisita ejecución de Espejismo, con el público absolutamente a oscuras y miles de lucecitas de encendedores que recrean con anterioridad lo que harán los teléfonos celulares una década después. Es la primera vez que veo a Skay tocando otra guitarra, ya no la Gibson de cuernos. Skay se calza ahora una Less Paul, Semilla marca el paso dando pataditas al escenario, tocan Yo, caníbal. El Indio se dirige a Skay con la mirada y lo alude en su conversación con el público, «vamos a hacer una lenta así el camerusa no rompe cuerdas», largan entonces Salando las heridas. De las tomas desde atrás, que dan cuenta de los golpes a la batería de Walter, el que invadiera la tierra en el Bondi a Finisterre, además de los equipos de sonido se puede observar la lista de temas al pie de micrófono del Indio, otro detalle del que se goza solo en un show. Falso arranque con rasguidos, hora de La hija del fletero, a un lado de Sidotti y por detrás de Skay, un invitado, conejo Jolivet afina su guitarra. Para el final se encienden las luces del Ducó en Vamos las bandas, campo y tribunas descontrolados, es una fiesta; de corrido Jijiji, queda documentado que el pogo más grande del mundo comenzó en Huracán, no hay un foco, no hay un embudo de la periferia hacia el centro, es todo el campo con los cuerpos chocando, bailando y revoleando las remeras de la banda que inauguró un culto desconocido en el rock nacional.

Jamás pude ver a Los Redondos en directo, aunque tuve la dicha de ser contemporáneo en tiempos donde la juventud y la rebeldía se apasionan.

Fuentes: Recuerdos, Fuimos reyes (mediocre biografía de la banda) y el canal Acción poética ricotera (excelentes materiales limpios, sin pisar con horribles y narcisos logos)

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Breaking Bad (2008), el cuento del Tío Sam

*Por Donato Di’ Nunzzio

El mandato social del norte, el sueño americano, nos ha falseado desde los orígenes de la Gran Nación la posibilidad de ser tu propio patrón. El Tío Sam vela por usted, lo observa, lo protege. Si llega a los Estados Unidos, se esfuerza, continúa esforzándose y –ante todo– si es un buen ciudadano, el gran país del norte proveerá libertad, y lo mejor, sin dudas, es que trabajará para usted mismo. Un canto a lo imposible, una oda a la infamia, pues ninguna riqueza se produce sin explotar a otros. El verdadero llamado del Tío Sam es algo así como «déjese explotar, perviértase y luego será otro rufián más, con ciertas libertades».

Póster Tío White

Walter White se ha esforzado, se graduó en la universidad y ha realizado descubrimientos importantes en el campo de la química; con todo, el Tío Sam le falló. Bien, el Tío Sam jamás se equivoca, Walter White deberá esforzarse aún más para satisfacer el sueño del Tío. Walter enseña en una escuela secundaria del sur fronterizo, es apasionado por transmitir conocimientos y se frustra con sus arrogantes estudiantes adinerados. El profesor White tiene dificultades económicas, hace trabajos extra en un lavadero de autos, se avergüenza de ello. Se sonroja frente a la mirada del Tío Sam. Un buen día, su salud es acorralada por el cáncer, sus finanzas y el sistema médico del Tío Sam también lo ponen contra las cuerdas.

Jesse Pinkman pudo ser otro joven afortunado bajo la tutela del Tío Sam. No lo fue, el camino de las drogas lo sedujo y el culto necio al mandato social de una familia tipo de la clase media [norte] americana, lo apartaron del progreso. Jesse Pinkman carece de afecto, va y viene por la barrera semipermeable de ese entorno familiar; busca su oportunidad de redimirse con el Tío Sam -¡Claro joven! Un disfraz de gomaespuma y panfletos en la calle es lo que puedo dar.

Jesse Pinkman y Walter White deciden ir tras el sueño [norte] americano. Si hacer fortunas requiere de violencia, ingenio y traiciones, que así sea, el mal camino es lo que hace falta para contentar al Tío Sam.

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