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Breve historia del 1° de Mayo

*Intervienen Paula Pardavila y Germán Grob

Afiche Día Internacional del Trabajo, 2020

El Día Internacional de los Trabajadores –en Argentina frecuentemente aludido como el 1° de Mayo a secas– lo hemos incorporado como una fecha festiva y de descanso, aunque es válido y necesario preguntarnos por qué es este día y no otro. Dedicamos esta producción a quienes dieron su vida por la liberación de la clase trabajadora, a todos aquellos que jamás declinaron, a los que tienen conciencia de clase y a quienes la construirán, a los que día a día mueven la maquinaria, a los que luchan por la organización en plena igualdad, sin mezquinos intereses de convertirse en un burócrata más.

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Somos una chispa en la Historia

*Escribe Paula Pardavila

Hacía unas semanas que una compañera me había dado el contacto, tenía un papel con el número, dí vueltas unos días y me animé a llamarlo. Una charla telefónica era suficiente para mí, pero me invitó a su casa.

Así es como me encontré en un día lluvioso de septiembre del 16, corriendo al 113 de San Justo a Belgrano, tenía mucho viaje, pensaba cómo sería el encuentro y qué iba a preguntar. Bajo del bondi, hago unas cuadras mirando el papelito con el mapa que me había armado –parece que no tan bien– porque me perdí; le pregunto a un diariero, quien me indica con la precisión que sólo dá la calle, mi destino.

En la puerta me tomo unos minutos para observar y sacar unas fotos, toco timbre; por un pasillito angosto se asoma y me dice -Pase, la estaba esperando.

Estaba muy nerviosa, me encontraba frente al tipo con más historia. Entrando no me alcanzaban los ojos para mirar todo el lugar, era literalmente una vida entre libros y periódicos, en todos los sentidos; se veía pero además se respiraba, olía a Historia, sin duda aquí no había llegado la tecnología.

Me indica el camino y nos sentamos a charlar en el jardín que tanto había visto por fotos o vídeos, donde le hicieron miles de entrevistas, lugar que siempre imaginé mágico. Y así lo fue, enredaderas, muchas plantas, libros e Historia.

Se acerca Zulma (la señora que lo ayudaba), nos presenta y me dice -Nosotros somos una familia. Ella me cuenta que empezó a hacerle compañía hace bastante tiempo. Zulma no tenía hogar, su marido se había quedado sin trabajo, tenían dos pibes y ya no podían pagar alquiler, entonces el viejo libertario les dijo «vengan a vivir aquí con tu compañero e hijos», como una muestra más de su ideología.

Zulma nos preparó un café con leche, como pocas veces en la vida me había quedado sin palabras, no podía dejar de observarlo todo; en un momento mis nervios me permiten decirle que era profesora de Historia, fue el puntapié para una larguísima y apasionada charla, anarquismo, amor, libertad, ideales y por supuesto nuestras vidas personales, le interesaba saber como estábamos en la escuela pública aquí, en el conurbano, ¿él me entrevistaba a mí?

De a poco mis nervios iban desapareciendo. -¿Le puedo preguntar por su exilio? -Claro me dice, te voy a contar ,pero primero que nada te voy a preguntar si te gusta el vino. -Por supuesto, le contesto. -Pues bien, entonces tomaremos vino y comeremos empanadas, comenta sonriendo; fue un momento único. -Una vez leí por ahí que usted duerme entre libros, ¿era una metáfora verdad? -Seguime, me abre la puerta de su habitación. No podría explicar lo que sentí, pero realmente era cierto, dormía entre libros, las patas de la cama eran periódicos apilados, un escritorio, la pluma, todo absolutamente hermoso.

La charla quedará por siempre en mi mente y esas imágenes en mi retina. Al momento de partir le agradezco por recibirme, por escribir, por comprometerse, decir con la palabra y sostener con el cuerpo, por la lucha, el amor, la rebeldía.

Me mira, me dice -Gracias por luchar por la educación publica, por creer, no renuncies nunca a tus convicciones, no vas a tener nada material, pero vas a tener el orgullo de no haber renunciado a tus ideas. Hasta luego camarada.

Estaba helada, tenia lágrimas en los ojos, me quede un rato en la puerta, había estado en la casa de Osvaldo, un libertario, un soñador, un tipo que nos va a dejar siempre el mensaje de lucha y libertad.

(…)“Hay rebeldes cuya rebeldía sólo les alcanza para dejarse el pelo largo y dejar boquiabierta a su chica, y hay otros cuya rebeldía los impulsa a lanzarse a una lucha tremenda, marginados por la sociedad, habitantes de un submundo de violencia, dureza y sangre”.(..) Osvaldo Bayer.

 

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El Gordo Gus

*Escribe Germán Grob

Con afecto y admiración

Hay dos personas que valoro y admiro, sobre todo esto último, de mis inicios y mi camino. Una de ellas quedará para otra historia.

Era el segundo año de andar, de ir, de venir, de tomar atajos. Esperar a que todo se fuese dando; y ahí sí, ¿te quedás acá? ¿Seguís por dónde venís? Vos sabés, tu andar no será definitivo. Vos sabés, en algún momento volvés a ancarar. Diálogos de siempre por un camino a desandar. Muchos eligen el más corto, aunque el final sea esquivo. Otros el más cómodo. No son pocos quienes optan por el que mayores beneficios provee. Y así, dejando atrás un sendero de este camino, enfilé por aquel que tuviese corazón. Y no la pifié, sin aliento a través de su largo, todo su largo. Y sea por la libre, sea por mandato, se sufre. No es tontera. No lo es.

Doy paso entonces al personaje. Caí a la escuela, turno noche, 18.30. Paso por la oficina –dicen que es la Secretaría-. Mucha gente dentro, mucha gente fuera. Los unos, futuros compañeros; los otros, probables estudiantes. Ahí me recibe el don, como suele decirse en los pueblos del profundo “inferior”, robusto, para comenzar a imaginarlo en forma benefactora; pelo largo, barba, aritos, tatuajes. Más tarde, al verlo andar por los pasillos con tranco cansino, observé sus alpargatas y cinturón de telar –confío en que ese era el modo de producción del sujeta-pantalón-. Sentí placer imaginando una comunidad jipy. Y lo pensé, ¡sí, señor!, –qué buena onda un secretario, un vice, tal vez un director jipy-.

Dos tatuajes. Mi intelecto torpe se arrebató a lo estético. Un código de barras en la muñeca derecha, el ángel de la bicicleta en antebrazo incierto. Si sos tonto correspondés al código con un gil que tiene precio. ¿Mencioné mi mente boba? Del ángel no pude más que pensar en su baja calidad artística. Tiempo después lo comprendí, comprendí todo; el código de barras es su mensaje, para mí, para vos, para el que pose su ojo. ¿Tenés precio? De la bicicleta alada, fácil, un homenaje al Pocho. Pará, paremos un poco, hay algo que lo hace más grande al don; entregaba su piel a uno de los pibes de la escuela. Ese es el Gordo, el Gusti. El portero de la escuela. ¿Quién va a pensar que un tipo así es de la Comandancia General?

Supe que pegaríamos onda cuando llegó un día, uno de esos de calorcito en la ciudad del cangrejo, en el 19 y con ventanillas bajas escuchando rocanrol a todo volumen. La Renga loco, claro. Tiempo después haríamos un viajecito para escuchar rugir al león. Previa más tranquila en el cangrejal, sede aurinegra, con Las Pelotas. Epílogo rockero en medio del campo, de lluvia infernal, noche mágica decorada con bichitos de luz en una olvidada estación del ferrocarril. Y la estrella de rock acomodando las brasas de una parrillita con choripanes.

Y acá me pongo serio. Voy para otra historia, aún de este camino. Entro al aula. Curso revoltoso, hacinado, invierno de perfumes resultantes del encierro. Falto de cintura, de gambetas, con el habitual ímpetu y la garra de los colores que distinguen mi simpatía por un cuadro de fútbol, levanto la voz e intento poner orden. Resultante: se levanta un pibe y me encara de una –yo sentado en el pupitre del frente, el lugar de la autoridad– enojado y herido en la moral del grupo me cuestiona todo desde que pasé por la puerta de la calle Corrientes, paralela al Tiro Federal. Final de clase, se van todos menos el kapanga. Se disculpa, acepto y quedamos empatados. Meses después me piden un informe de aquel estudiante; qué extraño –pienso-, la situación pertenece al pasado y el pibe… uno de los que valoro.

Charlamos con el Gordo de escuelas, docentes, directivos, sueldos, huelgas, auxiliares, calidad educativa, estudiantes. Me entusiasmo y caigo en el error habitual, el de contar los “dramas” que atravesamos en las aulas. Primer año en las escuelas, no pueden ser tantos conflictos por describir; así pues, sale la historia del kapanga. El Gordo escucha, observa, relaciona en su cabeza, no pregunta; yo vomitando palabras en el reducto de 2×1,5 de aquel viejo hospital reciclado. Cuando termino el cuento muestra su destreza, formula su pregunta sutil, analiza, permanece reflexivo. Finalmente concluye y calla. Ahí caigo, instantes previos me contaba de su hijo y los manejos espurios de las escuelas. Y ahí nomás pregunto. Claro, ¿cómo no te avivaste, gil? Mi alumno, el hijo del portero jipy, mi compañero en la nueva escuela.

Del Gordo aprendí mucho, bajo el método más conveniente, ese que es tácito, sin que te digan nada. Si pienso en esos tiempos, sus enseñanzas, me viene esa parte de la canción, esa en que no te tenés que apurar, porque es entonces cuando las horas bajan y el día se hace tibio sin sol.

El Gordo Gus es el alma de la escuela del hospital, esa que es fresca en verano, cuando arde el suelo de la ría. Sólo con sus ganas se pueden hacer festivales de bandas, choripán y murga. Y no le cambies la onda, de fiesta popular a acto formal, porque deja de ser de todos para ser de unos pocos.

Viejo roble del camino, pareciese que Pescado la compuso para vos.

El autor de esta nota y su protagonista

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De la histeria al fascismo

Reseña libre sobre La peste, de Albert Camus

*Escribe Antonio Berger

La novela y su trama

Hace más de 60 años, en 1947, el francés Albert Camus publicaba esta novela de 200 y pico de páginas (edición Maestros de la literatura contemporánea, Sudamericana). Comienza con una cita: «Tan razonable como representar una prisión de cierto género por otra diferente es representar algo que existe realmente por algo que no existe» (DANIEL DE FOE). La historia recrea una prisión a cielo abierto; en una ciudad, Orán, Argelia. Es absurdo creer que una ciudad puede convertirse en una cárcel, solo la ficción y la genialidad de un tipo como Camus estimula estas fantasías. Veamos; en principio la peste es cosa de otros, de otras regiones. Cuando cruza las puertas de nuestros territorios es cosa de los más brutos, en general los pobres, porque son sucios. Como reguero de pólvora comienza a esparcirse y cuando queremos acordar está sentada en nuestra mesa; allí es necesario negarla, ocultarla. Hasta que aparecen los muertos.

El personaje principal, Tarrou, cronista a quien Camus interpela insistentemente –tal vez sea él mismo– dialoga con el doctor Rieux y afirma al respecto de su incansable lucha contra la muerte (…)«las victorias de usted siempre serán provisionales»(…) A lo que responde el doctor, «eso no es razón para dejar de luchar».

Cuando la peste suprime la tabla de valores

Como toda lectura, la de este libro deja ideas, análisis, reflexiones y la búsqueda de una correspondencia con el mundo en el que vivimos. Por estos días de peste y cuarentena declarada por el Estado argentino se evidencia lo inhumano hecho ley, norma, decreto. ¿Cómo es posible que tengamos que recluirnos a 4 paredes, imposibilitados de la libre circulación? Toda persona que pueda transmitir alguna peste, con síntomas o en padecimiento, por humanidad debiera recluirse y solicitar tratamiento. ¿Debemos entrar en un nivel de locura tal, de denunciar a nuestros vecinos o seres queridos para que las fuerzas represivas de ese Estado intervengan? En una primera fase entramos en histeria colectiva, luego mostramos conductas fascistas.

El Estado semicolonial es un perro faldero del imperialismo, de las potencias centrales; va por detrás y a los saltitos tomando las medidas que le recomiendan o le ordenan. El absurdo es evidente: cuarentena en estamentos del Estado e instituciones educativas, es decir todos aquellos asalariados que ese padre protector puede resguardar; mientras en los transportes públicos los laburantes de la economía en negro y los del sector privado en resistencia a perder ingresos viajan como latas de sardinas. ¿Qué sucedería si la cuarentena se extiende y la paralización de la economía se recrudece? El Estado deja de recaudar y sus asalariados protegidos dejarán de percibir remuneración, al tiempo que los trabajadores del sector informal, los perjudicados de siempre y los primeros en sufrir todas las crisis llevarán tiempo de hacer piruetas para alimentarse y pagar sus cuentas. Por tanto, no es ninguna tontera la necesidad extrema que conduzca a hacerse de alimentos por la fuerza.

Calma, paz, tranquilidad; los gobernantes pueden ser burros, incultos, gatos y tíos, pero no tontos. Antes de llegar a los saqueos, ocultar cifras de la peste y taladrar las cabezas de los ciudadanos presos en sus ciudades –cansados y aburridos como en la obra de Camus-, mediante la maquinaria de las cajas bobas serán la vacuna que todos recibiremos para la peste de un sistema que no tiene cura.

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Reflexiones sobre el zapatismo a la vuelta de un viaje a México

*Escribe Germán Grob

Zapata, zapatismo y el EZLN

Cuando era pibe –adolescente de la escuela secundaria de los 90, sin internet y con la información más hegemonizada que por estos días– supe por la TV que hubo un levantamiento en armas en el sur de México. La pedagogía no crítica, ni revisionista de la historia de aquella escuela pública dejó que se anclara en mi cabeza lo que la caja boba vociferaba: en México se está produciendo un brote revolucionario. No era cierto; lecturas posteriores y un interés particular en los zapatistas de Chiapas me llevaron a comprender que en el sureste mexicano existe una rebelión permanente por la defensa de la tierra y la autonomía.

Este movimiento político, indigenista, cultural, armado, no es la reencarnación de la Revolución Mexicana ni la resurrección de Emiliano Zapata; sí la reivindicación de consignas centrales de esa revolución como derecho a la tierra, patria y lucha contra la concentración de riquezas. En tiempos del Caudillo del Sur, se luchaba contra los hacendados, en el presente y desde hace algunas décadas contra el neoliberalismo. El EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) es, más allá de la parafernalia mediática y la figura del Subcomandante Marcos, el concepto más conocido del zapatismo. Si bien es preexistente, entra en escena en 1994, cuando el gobierno mexicano decide ingresar al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, donde se pretendía reformar la Constitución y eliminar los ejidos, aquella vieja conquista de la Revolución Mexicana de tierras comunitarias. Los zapatistas, en su organización militar del EZLN, están desde entonces en conflicto con el Estado, soportando traiciones y el incumplimiento de acuerdos firmados, luego del desarme. Se distinguen 3 componentes en la historia del EZLN: el político-militar, intelectuales urbanos del ambiente universitario por la toma del poder; indigenistas politizados, elite indígena con formación política que desplaza al ideal intelectual marxista; y comunidades indígenas.

El zapatismo del sureste mexicano entonces, no es una guerrilla armada por la toma del poder. No existe un programa político tradicional, un manifiesto dogmático sobre el qué hacer. Lo que existe, tal el caso de las Declaraciones de la Selva Lacandona, es la expresión de la necesidad de organizar las demandas de las comunidades indígenas dentro de la sociedad en conflicto; de allí la consigna de «crear un mundo donde quepan todos los mundos«.

El EZLN, las organizaciones políticas, los intelectuales y el pueblo mexicano

Desde su levantamiento en armas en 1994 el EZLN ha sido tomado como es habitual para los políticos y los partidos, en particular los autodenominados de izquierda, es decir: una bandera. Lo interesante es que al entrar en debate e intercambios de ideas con aquellos que tienen la receta para hacer la revolución –aunque es evidente que algún ingrediente les falta– subyace el rechazo al zapatismo. Sí, rechazo. Para los deglutidos por el Estado, la izquierda institucionalizada, no luchar por tomar el poder es abrir camino a la burguesía. Es hacérsela fácil, es hacerle el juego. Dijo Marcos en una entrevista con Yvon Le Bot, libro El sueño zapatista, respecto de no ir tras el dogma de los partidos políticos: «si me criticas es que no eres revolucionario, eres reaccionario o eres ignorante, no has entendido el papel de la vanguardia». El zapatismo pone en ridículo a las izquierdas del momento actual, las desnuda y muestra que atrasan, que en la lucha por el poder son espectadores privilegiados, desde alguna banca.

En este punto de las reflexiones –los intelectuales y el pueblo mexicano– debo remarcar que son un recorte subjetivo de un reciente viaje por México; seguramente el conjunto de ideas previas va delimitando un rumbo por caminos y destinos, así como las conversas con las gentes y los encuentros que van surgiendo quedan atados a ese andar que se va trazando. Como en las enseñanzas de aquel chamán yaqui, un guerrero en busca del conocimiento tiene el control sin controlar nada. Así pues, de mi camino pude vivenciar que el zapatismo, el movimiento rebelde del sureste mexicano tiene apoyo explícito y amplio en el sector académico, aunque testimonial en las organizaciones políticas –apoyan la rebelión, rechazan el método-. Los zapatistas denominan a este apoyo Los tercios compas y es comprensible que exista en todo aquello que se referencia en la lucha por un mundo mejor, incluso hay redes internacionales, organismos y movimientos formales más allá de las fronteras. Sin embargo, al interior de México, las contradicciones que produce el zapatismo y el EZLN son complejas. En Chiapas conversé con 2 pibes de los suburbios del DF, ambos estudiantes universitarios avanzados de sociales, laburantes, vendedores ambulantes. Expusieron sus argumentos acerca de estas contradicciones que el zapatismo atraviesa y, desde su posicionamiento crítico al intelectualismo progre universitario, destacaron que el ambiente académico se posiciona desde un lugar de privilegios pequeñoburgueses, de izquierdistas moralmente necesario, sin peso significativo en las problemáticas en las que el EZLN vuelve a aparecer en escena. En uno de los viajes hacia un caracol, en la comunidad Roberto Barrios cercana a Palenque, Chiapas, en la caja de una camioneta charlamos con una joven y un anciano de ascendencia maya. Los 2 estudiantes del DF estimularon el intercambio de ideas acerca del Proyecto del Tren Maya –en oposición radical del EZLN– al que joven y anciano adhieren enérgicamente tras el ensueño de progreso. Al regreso, viajo en una combi colectivo charlando con su conductor, pasamos por el caracol y le pregunto sobre los zapatistas, a lo que responde «son terrenos privados, nosotros no sabemos sobre ellos«. Un par de días antes, en el tramo de San Cristóbal de las Casas a Ocosingo, un corte de ruta nos retrasa unos minutos y le entregan una papeleta al conductor. Entre otros puntos, la papeleta plantea: «Denunciamos enérgicamente (…) acciones violentas por parte del grupo armado de EZLN«, «A partir de ahora los zapatistas del EZLN, nos declararon la guerra y nos vamos a defender porque los pueblos organizados todos somos ex zapatistas y ex oficiales que combatimos valerosamente con el mayor Alfredo, en el cuartel rancho nuevo el 1 de enero de 1994«, «Apoyo total a nuestro presidente (…) Andrés Manuel López Obrador«, «Rechazo total la denominada: jornadas en defensa del territorio y a la madre tierra (…) convocada por el EZLN«. El membrete alude a la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo y cabe mencionar que junto a la papeleta, se reclamó una colaboración de 20 pesos mexicanos. En particular, este piquete expone una jugarreta política, pues explicita el apoyo al presidente de México. Luego, la denuncia de agresión armada no amerita una colaboración económica. Parece clara entonces la intencionalidad de desacreditar la lucha y las demandas del zapatismo. Sin embargo, la puesta en escena no oculta la naturaleza social de sus actores, campesinos que se oponen a campesinos. Pobres contra pobres, en un enfrentamiento fogoneado desde el gobierno y los medios de comunicación. A fin de cuentas, el zapatismo enfrenta una problemática seria al interior profundo de México, con el pueblo mexicano.

papeleta contra el EZLN, click para ver

Zapatismo y libertad

Antes de llegar a Chiapas, en un recorrido breve por Morelos –la tierra de Emiliano Zapata-me crucé de casualidad en una pequeña librería con la obra de John Kenneth Turner. El librero me dejó a un precio muy beneficioso México bárbaro, una crónica periodística de 1908 que vislumbraba el fin del Porfiriato a manos de una revolución. Sus páginas son un documento acerca de la esclavitud y el peonaje al sur del río Bravo, que en conjunto con una «hábil influencia aplicada sobre el periodismo» y el apoyo político de los Estados Unidos a Porfirio Díaz, sometieron al pueblo y las riquezas de México al capital norteamericano. El autor traza un paralelismo entre los hacendados en México y la aristocracia terrateniente en Francia que dio paso a la Revolución Francesa. Como aquella, la Revolución Mexicana terminó traicionada por los hijos de las clases privilegiadas, burgueses y pequeñoburgueses, y se llevó al mejor de los hijos del pueblo que luchó por la tierra y la libertad. Emiliano Zapata, General del Ejército del Sur, ejército de campesinos, rechazó el poder político para permanecer en defensa de la tierra. Aquella revolución popular, surgida como guerrillas del norte y del sur, luchó por el reparto de la tierra entre los esclavizados por el sistema de don Porfirio. En términos de socialización de la riqueza se lograron ampliar y multiplicar los ejidos, tierras comunales para el trabajo y la explotación por el pueblo, que hoy pueden encontrarse en México y que siguen siendo objetivo del capitalismo voraz.

Ph La Rebelde

Los zapatistas del sureste mexicano retoman las consignas de la Revolución Mexicana y luchan por defender la tierra ante cada nuevo intento de avance capitalista. Para los zapatistas tierra es libertad y libertad es autonomía. Al leer textos y entrevistas al subcomandante Marcos, donde rechaza la toma del poder, surge rápidamente la alternativa libertaria. ¿Es el zapatismo una organización libertaria? Lo es, su resistencia y su autonomía dentro de sus propias comunidades, como una caminito al costado del Estado lo confirman. No es una alternativa horizontal, la organización política y administrativa en los caracoles, las «Juntas del buen gobierno«, no dejan de ser gobierno. La autoridad está presente, fuertemente, prohibiciones al interior de los territorios zapatistas, la imposibilidad de dialogar con las personas en el caracol son una muestra. Con todo, el zapatismo es una semillita libertaria. La amenaza militar permanente y la historia de no cumplimiento de los acuerdos por los diferentes gobiernos, han generado las condiciones para que los zapatistas sean susceptibles y desconfíen de ataques e infiltraciones a sus filas.

Así es la libertad, según los zapatistas.

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Y que en tu risa viva el arte

Ph Marionetas Viajeras

*Escribe Germán Grob

Hace poco más de un mes voy a un festival por la niñez organizado por La Poderosa; al calor de las brasas que reducen hamburguesas y choris, entre el alboroto de los pibes de Sanpete, Nacho me comenta que para el cierre vienen las marionetas. La cosa es que no los conozco, tal vez de pasada haya visto algún video por las redes, aunque ignoro el rango de artistas que han adquirido en sus andanzas por los transportes públicos de la capital. Los tiempos me ganan de mano y pierdo la oportunidad de ver esos muñecos movedizos tirados por hilitos, ante el clima inmejorable de un público de niños alucinados.

Por la noche busco en el feibuk, ¿será de Dió? Dos días antes estuvieron en el teatro de Morón. Tiro un mensaje y consulto fechas, la firma de EmiSu me explica las dificultades que el arte comercial les impone, por lo que están por partir al exterior. Días despues publican en el feis que abren las puertas de su Casa-Taller para dar un show con capacidad limitada. Cambia mi suerte y obtengo un lugar: cita el domingo 13 de octubre a las 17.30, puntual.

Psicorock: hospital de marionetas. Preestreno para el barrio

Como paisano de Hurlingham bajo del 463 -ramal 4- y camino por las calles de Villa Tesei…»no es poesía ver la carne transpirar»…llega en recuerdo a mi mente y se tararea por lo bajo. Subo la escalera interna, un pequeño y selecto grupo espera por el show, acomodados entre marionetas que cuelgan de una pared lateral. Me voy para el fondo y en unos minutos comienza. EmiSu estimulan a los pibes a participar, a poner sonido, a sostener las marionetas, relajan el clima y le quitan formalidad. Y es que estamos en su casa, en su taller. Nos cuentan de su historia, las dificultades para sus presentaciones, sus proyectos y sus viajes.

Ph Marionetas Viajeras

Sale Mollo a escena, juega de local, tiene que lucirse. Usa el chalequito inflable rojo que suele llevar y puntea la intro de El arriero. Los dedos se mueven por el pequeño mástil de la viola sin pifiarla. Acto Segundo, baja Skay en su alfombra mágica ejecutando sonidos orientales posricoteros. Fungie y gafas negras, la SG colorada a escala denota el arte de los ebanistas del rock del oeste. Es el momento de Charly, baja de su simpática sillita de ruedas y se pone a tocar un mini piano de cola, sus dedos huesudos y largos de madera modelan perfectamente los gestos de García. La pelada de Luca se asoma, lentes negros, grandes y redondos, baila Los viejos vinagres; llega Mollo y acompaña, Sumo vuelve como en los ’80. Es el turno de Roberto Pappo Napolitano; pelos largos, tachas y una camperita de cuero impecable para que los pibes suban el volumen y suene Yenny. Salteamos algunos números y llegamos a Solari, camisita a cuadros suelta y manga corta, acompaña Skay y tocan Mi perro dinamita. No se van a juntar, al menos los tenemos en miniatura. Vamos llegando al final del Psicorock y si hay locura Iorio tiene que estar. Me olvido de sus estupideces mediáticas, de sus detestables letras en canciones metaleras hermosas donde repudia la «tonta idea de andar cheguevariando», para que salga a escena en marioneta con mameluco militar, una pequeña banderita argenta al pecho y su inconfundible cresta. Recita una milonga, dá saltos y se arrodilla, cierra el puño derecho y simula tirar de una cuerda. Desata una lucha con la marioneta de un perro al canto de «muere monstruo, muere».

Bonus track

PH Marionetas Viajeras

EmiSu advierten la insaciable necesidad de algunos presentes -entre ellos este cronista-. Como un juego y en código de rockeros traen a las marionetas estrellas. El Chizzo con su gorra de vicera, barba tupida y otra vez la SG colorada. El Tete con sus pantaloncitos oxford y el bajo celeste, revoleando la melena al ritmo de saltos y El revelde. Para cerrar nos invitan a manejar las marionetas que nos gustan, unas fotos para guardar la mágica tarde de Hurlingham y el privilegio de un lugar en el próximo e íntimo show.

Gracias EmiSu y que sea siempre rock!

 

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El nuevo rock de las cavernas. 30 años de ¡Bang Bang!

*Por Miguel Colipán

En la vertiginosa cotidianeidad de la semana escuché, o leí, de soslayo o al pasar que se cumplían 30 años de ¡BANG! ¡BANG!… ESTAS LIQUIDADO. Dejo en pausa los recuerdos hasta hoy, domingo de octubre de 2019, húmedo hasta el hartazgo y pongo el cd copiado y con artesanal reproducción del arte de disco. Mientras suena el héroe del whisky van tomando color las memorias de aquella vez en que escuché bang bang. Verano del ’98, ’97, o ’99. Por supuesto, algunos rocanroles los conocía de ante mano. La historia es que subo al Falcon rojo de Don Vicente, los pibes desertores de la secundaria vuelven a nuestros pagos desde la costa donde el sol sale y se pone sobre el mar. Pasamos el puesto de policía, Daniel pone 3ra. con la palanca al volante y acompaña los coros de Ropa sucia. El autoreverse va dando lugar a Un pac man en el Savoy, mientras los muchachos van cayendo de a uno en su morada. El penúltimo abre su puerta y desahoga su resaca. ¿Será que «cañito de metal» alude al viejito que bailotea como pollo desquiciado? Nos preguntamos antes de dar un profundo silencio y disfrutar del interminable solo de Beilinson en La parabellum. El menor de Don Vicente me deja en casa y advierte, «Skay lo vió a Hendrix en un bar de Inglaterra».

Vuelvo a darle play al discman conectado al equipo de audio, bajo el volumen, hojeo el «librito» con la obra de Goya, curado con el arte de Rocambole. Sin dudas es el disco que más escucho de los Redondos, ahora de viejo; y es que tiene el mejor tangorock por lejos, inmortalizado en Esa estrella era mi lujo.

No se van a juntar, perdí mi oportunidad de verlos en su esplendor, esa que jamás se me ofreció. Con el Indio despechado y sus fantasmas omnipresentes, con Skay reclamando en sus canciones de solista. Me quedan los recuerdos cargados de detalles, alguna kermesse de auditorio y el piojo en algún bar; 5 discos originales que aguantaron los trapos a los rastreros y las copias delicadas de factura autogestiva que tanto aborrece su propietario intelectual.

Esa estrella era mi lujo
Era todo?, pregunté
(soy un iluso)
No nos dimos nada más
solo un buen gesto.
Mordí el anzuelo una vez más
(siempre un iluso)
Nuestra estrella se agotó
y era mi lujo.
Ella fue por esa vez
mi héroe vivo
Bah! Fue mi único héroe en este lío.
La más linda del amor
que un tonto ha visto soñar
metió mi rock’n roll bajo este pulso.

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Pizarrón y cacerola

*Por Germán Grob

Crónica de un paro antidominguero

«Las decisiones se toman en asamblea», consigna antiburocrática de la agrupación docente

El martes 10 de septiembre la conducción del SUTEBA, seccional Matanza junto a los distritos autodenominados «combativos», convocaron a un paro docente. Los mecanismos burocráticos, habituales y adoptados como práctica de la conducción, son ya conocidos: las esferas dirigenciales deciden a conveniencia y necesidad de los partidos políticos que disputan poder de representatividad en el estado, los militantes del aparato multicolor bajan el mandato formateado a sus escuelas, colectan firmas y finalmente esos mandatos rubrican la medida en asamblea o reunión de delegados. Cualquier mandato, moción o propuesta genuina de base, incluso las que surgen espontáneamente, son aplacadas por los votos del aparato. Alrededor de 100 militantes profesionales, rentados o semirrentados, reforzados con militantes satélites, deciden los destinos de la lucha. Así pues, la asamblea o reunión de delegados carece de democracia.

El paro entonces, políticamente es estéril, porque no busca ser progresivo ni coordinar la lucha con otros sectores. Es una simple medida aislada utilizada como propaganda para el electoralismo de la conducción. Estas acciones recortadas, oportunistas, contribuyen al descrédito que se ejerce sobre el docente; «paro dominguero», «feriado largo» -en vísperas del día del maestro- son ataques que fácilmente suelen lanzarse desde los medios de comunicación y desde las lenguas de quienes, en su individualismo material, buscan salvarse de la crisis.

Frente a esta contradicción -gremialismo electoralista o contribución al ataque a los maestros- algunos docentes elegimos hacer el paro activo, evadiendo el funcionalismo. Si la convocatoria oficial del sindicato, en su propaganda de campaña, busca visibilidad en los medios de comunicación funcionales y parte de la maquinaria de opresión; nuestro lugar, como rechazo a esas políticas, es en las calles y en los barrios que pisamos. En esta oprtunidad, la cita se dió en Luro y Ruta 3, donde las consignas de repudio a la gobernadora Vidal se acompañaron con los bocinazos de quienes pasaban por Laferrere.

Ollas hasta el tope, burbujeante la salsa de tomate, lentejas y arroz chispeando entre alitas y ranchos de un pollo. Derrames a las brasas, ante cada revuelta de cucharón. Se acercan los muchachos que venden en el bondi, cargan las bandejitas doblegadas ante el guiso ardiente. Asoman los vecinos, se animan y prueban el manjar. Alguna sobra para los perros guardianes de la parada. Vuelven los muchachos del bondi y duplican la ración.

Como epílogo de la jornada, nos sentamos al calor de un fuego que se desvanece y un sol que va asomando. Cruzamos ideas, trazamos la organización y pensamos un nuevo lugar de referencia. Nos condicionan las conducciones, continuamos a la espera de una lucha verdadera, lucha desde abajo y donde hay que estar.

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El faro de la revolución

Cabo Cruz, Cuba. Ph La Rebelde

*Por Germán Grob

De Trinidad a Bayamo

En el año 2014 tuve el enorme privilegio de viajar a Cuba. Cuando era pibe y leía biografías o pasajes de los diarios del Ché, no podía siquiera soñar en que pisaría aquella maravillosa isla. Al planificar, buscar y leer sobre los sitios a visitar, me resultaba ineludible el lugar de desembarco del Granma, aquel sobrepoblado yate que se quedó sin gasolina en las costas de la isla.

Ya en La Habana se presentaba complicada la travesía hacia Las Coloradas –la playa en que el Granma debió desembarcar– pues no encontré quien supiese cómo llegar (descartando de plano un tour). Luego de un un par de días en la colonial Trinidad me lancé a destino; tomé un bondi hasta Bayamo –capital de la provincia de Granma– y a seguir indagando. Llegué por la tardecita y me alojé en la casa de una señora muy conversadora, frente a la plaza central de la pequeña ciudad. Negociamos los 20 CUC (moneda convertible de paridad a 1 con el dólar en aquel año) bajo mi promesa de no revelar el precio al francés que desde algunos días dormía en la pieza vecina. Salí al balcón y observé la plaza, bajé, caminé hasta la sencilla peatonal para tener un panorama de Bayamo: ciudad pequeña, ningún turista, poco movimiento. Al volver me detengo en una tienda de abarrotes y me pongo a conversar con un taxista y su compinche; el tachero detecta mi argentinidad y en instantes estamos como los chanchos. En esa agradable confianza, típica de los cubanos hacia los argentinos, le explico al tachero el motivo de mi paso por Bayamo; me informa que mi excursión se puede hacer viajando de pueblito en pueblito, en guaguas (camiones que transportan pasajeros en sus cajas), con la dificultad de conseguir sitio donde dormir, dado que en lugares pequeños no hay turismo y el alojamiento en casas particulares es una actividad que regula el estado. La opción entonces es un auto particular que me lleve en el día.

Vuelvo a mi morada y confío en la capacidad comercial de mi patrona. En efecto, hace un llamado, explica las limitaciones económicas de un argentino y queda en confirmar la excursión. Andrés, el francés, escucha con dificultad y se entusiasma. Media hora después la patrona devuelve el llamado informando que se suma un pasajero. Dividimos el costo y a mediamañana del día siguiente partimos.

La ruta hacia el Granma

No recuerdo el nombre de nuestro guía, un mulato con auto propio. Me cuenta que estuvo en la Unión Soviética trabajando por unos años, gracias a intercambios de los gobiernos, que allí ahorró un pequeño capital y que así pudo comprarse el auto en su regreso a Cuba (un último modelo de una marca China). El francés se exalta, le dice que vivió en Rusia; el chofer se alegra y detalla que vivió en Moscú, en adelante conversarán en ruso sin cesar.

Nuestro chofer resulta un gran «práctico» –denominación que dan a los baquianos en la isla– , conocedor de la zona y abierto para debatir la realidad social y económica de Cuba. Pasamos por Niquero con la mala fortuna de que la casa museo de la revolucionaria imprescindible, Celia Sánchez, se encontraba cerrada. El viaje es complicado, pues por la ruta circulan bicicletas, peatones y animales. No bajan en ningún momento de la cinta asfáltica, no hay bocinazos, el código de convivencia es que los vehículos van detrás, incluso por kilómetros, hasta que se abre una luz de paso por el carril contrario. Hora y media luego de partir llegamos al Parque Nacional Desembarco del Granma, nos dan una breve charla en un sencillo museo donde se pueden ver billetes, pistolas, cananas y todo tipo de objetos pertenecientes a los revolucionarios que llegaron a aquel sitio.

Damos un paseo por el Parque, entramos en un bohío –vivienda de pajas de palmas, que según el guía turístico sirvió como primer escondite para los revolucionarios-, pasamos por una réplica del yate y finalmente nos dirigimos hacia un muelle. Avanzamos entre una frondosa vegetación, a los lados el mar es ciénaga; comprendo entonces que estamos en el sitio histórico en que los expedicionarios del Granma caminaron durante horas, donde dejaron sus pies en carne viva y recibieron las balas de bienvenida que abrieron fuego al primer combate de la revolución. Me invade una profunda emoción el sitio; recordar los relatos del Ché, observar el mar calmo como si fuese un estanque de color plateado por donde ese puñado de hombres, con un amor por su pueblo inconmensurable, dejaron sus vidas y dieron inicio al quiebre de la historia.

Ph La Rebelde

El muelle se encuentra a unos kms al sur de la playa Las Coloradas, el lugar que Fidel planificó para desembarcar. El Granma, desbordado de expedicionarios, agotó su gasolina antes de Las Coloradas; calcularon por la luz del faro del Cabo Cruz que estaban en la zona y descendieron en el lugar exacto en que hoy se encuentra este muelle.

Cabo Cruz, pueblo y faro de pescadores

Cabo Cruz se encuentra dentro del Parque Nacional, por tanto es un lugar preservado y así se puede vivenciar. Unas pocas casitas, playa sin turistas ni hoteles, el histórico faro y un comedor para los pescadores. Este pequeño pueblo se emplaza en una leve colina sobre el mar.

Bajamos hasta la playa. El mar llega tranquilo entre los corales. Me siento en la orilla, cebo el mate y en mis pies juegan pequeños pececitos que me recuerdan los cornalitos inalcanzables de Monte Hermoso, a miles de kms en el Atlántico Sur. El francés se adentra hasta los corales, dá brazadas, hace la plancha, se pone de pié y refresca su calva. El mar es tibio como todo el Caribe que baña la isla. Nuestro chofer nos llama desde el restaurant. Salgo del agua cristalina, el francés no. El cubano insiste, se molesta, comprende que Andrés quiere disfrutar esa playa mágica y desolada.

En el comedor de pescadores nos reciben con agrado. Los lugareños nos conversan poco, demuestran diferencias a los habaneros o los cubanos que viven del turismo. La mesera nos explica el menú y el costo, me alegra y sorprende que no aplica el sistema de doble moneda, nos cobra entonces en moneda nacional como a cualquiera de los pescadores. La diferencia es realmente notable, más aún teniendo en cuenta el menú: mayonesa de langosta para entrar y filetes de pescado con arroz congrí. El francés se sorprende casi al punto del enojo cuando le explico que nunca comí langosta; su reclamo radica en que llevo 2 semanas en Cuba.

Dejamos Cabo Cruz, observo por última vez el horizonte que descansa sobre el mar, vuelvo mis ojos hacia el faro y me despido de ese lugar hermoso con un recuerdo al Ché, sus ideas de hombre nuevo y mis días de lectura.

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El mundo burgués

*Por Paula Pardavila

Promediando el siglo XIX con la vieja estructura política, social y económica diluida, un “nuevo mundo” acecha, ese “nuevo orden”, que traerá consigo nuevos actores, relaciones de poder y conflictos sociales. Entran en lucha dos clases sociales antagónicas: burgueses y proletarios.

Pensemos a la burguesía –desde mi sentir, comprendiendo y despreciándola– ya que son los opresores y explotadores de la clase obrera. Reflexionando sobre los elementos que caracterizan a la burguesía veremos que tanto en el pasado como en el presente son los mismos, pero prestemos atención al «mundillo» burgués: la vestimenta, el interior del hogar, los objetos, la belleza, hipocresía, mentira y la familia. Todos elementos materiales que buscan sobresalir del status.

Ilustración: Emperador González 2019

Analizando puntualmente la vestimenta me surge la tan conocida frase “el habito no hace al monje”; en el pasado era una situación históricamente nueva, se desempeñaban nuevos roles sociales y para ello había que vestir ropas adecuadas. Paralelamente, en la actualidad, situación muy similar a la del candidato obrero vistiendo traje para la ocasión.

El hogar burgués, una falsa felicidad rodeada de objetos materiales, la cena navideña, el árbol de navidad, por nombrar solo algunos ejemplos, simbolizan la frialdad del mundo exterior y la buscada y ansiada calidez del mundo interior. En 2019 vemos rentistas disfrazados de revolucionarios, que enmarcan a la perfección esta idea de frivolidad, el interior de sus hogares rodeado de objetos, incluso pinturas de marco dorado, y en el exterior se ponen en pose de clase trabajadora (te acompaño en el frío un rato, pero continúo con mis privilegios).

La belleza era un sinónimo de decoración , los buques de vapor o ferrocarriles eran funcionales pero debían decorarse en su interior en la medida que pertenecieran al mundo burgués. Qué podemos decir de la decoración en 2019, ya sea en el hogar o en el cuerpo, impuesto por el sistema capitalista, consumismo que no discrimina a los \as que se dicen “revolucionarios”, podríamos decir “revolución del consumismo”, sus carísimas carteras, uñas esculpidas, marca por aquí, marca por allá, es ahí donde me surge una pregunta ¿Es su cuerpo y hacen lo que quieren? Porque los estereotipos están muy marcados y algunes lo siguen, o ¿sera que se los imponen?

Hipocresía, doble moral, “somos todos iguales ,pero algunos mas iguales que otros”; normas de comportamiento –determinadas por el dirigente-, son características puntuales de la burguesía de ayer y hoy. Gastar para imitar ese estilo aristocrático que tanto critican.

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