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Reflexiones sobre el zapatismo a la vuelta de un viaje a México

*Escribe Germán Grob

Zapata, zapatismo y el EZLN

Cuando era pibe –adolescente de la escuela secundaria de los 90, sin internet y con la información más hegemonizada que por estos días– supe por la TV que hubo un levantamiento en armas en el sur de México. La pedagogía no crítica, ni revisionista de la historia de aquella escuela pública dejó que se anclara en mi cabeza lo que la caja boba vociferaba: en México se está produciendo un brote revolucionario. No era cierto; lecturas posteriores y un interés particular en los zapatistas de Chiapas me llevaron a comprender que en el sureste mexicano existe una rebelión permanente por la defensa de la tierra y la autonomía.

Este movimiento político, indigenista, cultural, armado, no es la reencarnación de la Revolución Mexicana ni la resurrección de Emiliano Zapata; sí la reivindicación de consignas centrales de esa revolución como derecho a la tierra, patria y lucha contra la concentración de riquezas. En tiempos del Caudillo del Sur, se luchaba contra los hacendados, en el presente y desde hace algunas décadas contra el neoliberalismo. El EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) es, más allá de la parafernalia mediática y la figura del Subcomandante Marcos, el concepto más conocido del zapatismo. Si bien es preexistente, entra en escena en 1994, cuando el gobierno mexicano decide ingresar al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, donde se pretendía reformar la Constitución y eliminar los ejidos, aquella vieja conquista de la Revolución Mexicana de tierras comunitarias. Los zapatistas, en su organización militar del EZLN, están desde entonces en conflicto con el Estado, soportando traiciones y el incumplimiento de acuerdos firmados, luego del desarme. Se distinguen 3 componentes en la historia del EZLN: el político-militar, intelectuales urbanos del ambiente universitario por la toma del poder; indigenistas politizados, elite indígena con formación política que desplaza al ideal intelectual marxista; y comunidades indígenas.

El zapatismo del sureste mexicano entonces, no es una guerrilla armada por la toma del poder. No existe un programa político tradicional, un manifiesto dogmático sobre el qué hacer. Lo que existe, tal el caso de las Declaraciones de la Selva Lacandona, es la expresión de la necesidad de organizar las demandas de las comunidades indígenas dentro de la sociedad en conflicto; de allí la consigna de «crear un mundo donde quepan todos los mundos«.

El EZLN, las organizaciones políticas, los intelectuales y el pueblo mexicano

Desde su levantamiento en armas en 1994 el EZLN ha sido tomado como es habitual para los políticos y los partidos, en particular los autodenominados de izquierda, es decir: una bandera. Lo interesante es que al entrar en debate e intercambios de ideas con aquellos que tienen la receta para hacer la revolución –aunque es evidente que algún ingrediente les falta– subyace el rechazo al zapatismo. Sí, rechazo. Para los deglutidos por el Estado, la izquierda institucionalizada, no luchar por tomar el poder es abrir camino a la burguesía. Es hacérsela fácil, es hacerle el juego. Dijo Marcos en una entrevista con Yvon Le Bot, libro El sueño zapatista, respecto de no ir tras el dogma de los partidos políticos: «si me criticas es que no eres revolucionario, eres reaccionario o eres ignorante, no has entendido el papel de la vanguardia». El zapatismo pone en ridículo a las izquierdas del momento actual, las desnuda y muestra que atrasan, que en la lucha por el poder son espectadores privilegiados, desde alguna banca.

En este punto de las reflexiones –los intelectuales y el pueblo mexicano– debo remarcar que son un recorte subjetivo de un reciente viaje por México; seguramente el conjunto de ideas previas va delimitando un rumbo por caminos y destinos, así como las conversas con las gentes y los encuentros que van surgiendo quedan atados a ese andar que se va trazando. Como en las enseñanzas de aquel chamán yaqui, un guerrero en busca del conocimiento tiene el control sin controlar nada. Así pues, de mi camino pude vivenciar que el zapatismo, el movimiento rebelde del sureste mexicano tiene apoyo explícito y amplio en el sector académico, aunque testimonial en las organizaciones políticas –apoyan la rebelión, rechazan el método-. Los zapatistas denominan a este apoyo Los tercios compas y es comprensible que exista en todo aquello que se referencia en la lucha por un mundo mejor, incluso hay redes internacionales, organismos y movimientos formales más allá de las fronteras. Sin embargo, al interior de México, las contradicciones que produce el zapatismo y el EZLN son complejas. En Chiapas conversé con 2 pibes de los suburbios del DF, ambos estudiantes universitarios avanzados de sociales, laburantes, vendedores ambulantes. Expusieron sus argumentos acerca de estas contradicciones que el zapatismo atraviesa y, desde su posicionamiento crítico al intelectualismo progre universitario, destacaron que el ambiente académico se posiciona desde un lugar de privilegios pequeñoburgueses, de izquierdistas moralmente necesario, sin peso significativo en las problemáticas en las que el EZLN vuelve a aparecer en escena. En uno de los viajes hacia un caracol, en la comunidad Roberto Barrios cercana a Palenque, Chiapas, en la caja de una camioneta charlamos con una joven y un anciano de ascendencia maya. Los 2 estudiantes del DF estimularon el intercambio de ideas acerca del Proyecto del Tren Maya –en oposición radical del EZLN– al que joven y anciano adhieren enérgicamente tras el ensueño de progreso. Al regreso, viajo en una combi colectivo charlando con su conductor, pasamos por el caracol y le pregunto sobre los zapatistas, a lo que responde «son terrenos privados, nosotros no sabemos sobre ellos«. Un par de días antes, en el tramo de San Cristóbal de las Casas a Ocosingo, un corte de ruta nos retrasa unos minutos y le entregan una papeleta al conductor. Entre otros puntos, la papeleta plantea: «Denunciamos enérgicamente (…) acciones violentas por parte del grupo armado de EZLN«, «A partir de ahora los zapatistas del EZLN, nos declararon la guerra y nos vamos a defender porque los pueblos organizados todos somos ex zapatistas y ex oficiales que combatimos valerosamente con el mayor Alfredo, en el cuartel rancho nuevo el 1 de enero de 1994«, «Apoyo total a nuestro presidente (…) Andrés Manuel López Obrador«, «Rechazo total la denominada: jornadas en defensa del territorio y a la madre tierra (…) convocada por el EZLN«. El membrete alude a la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo y cabe mencionar que junto a la papeleta, se reclamó una colaboración de 20 pesos mexicanos. En particular, este piquete expone una jugarreta política, pues explicita el apoyo al presidente de México. Luego, la denuncia de agresión armada no amerita una colaboración económica. Parece clara entonces la intencionalidad de desacreditar la lucha y las demandas del zapatismo. Sin embargo, la puesta en escena no oculta la naturaleza social de sus actores, campesinos que se oponen a campesinos. Pobres contra pobres, en un enfrentamiento fogoneado desde el gobierno y los medios de comunicación. A fin de cuentas, el zapatismo enfrenta una problemática seria al interior profundo de México, con el pueblo mexicano.

papeleta contra el EZLN, click para ver

Zapatismo y libertad

Antes de llegar a Chiapas, en un recorrido breve por Morelos –la tierra de Emiliano Zapata-me crucé de casualidad en una pequeña librería con la obra de John Kenneth Turner. El librero me dejó a un precio muy beneficioso México bárbaro, una crónica periodística de 1908 que vislumbraba el fin del Porfiriato a manos de una revolución. Sus páginas son un documento acerca de la esclavitud y el peonaje al sur del río Bravo, que en conjunto con una «hábil influencia aplicada sobre el periodismo» y el apoyo político de los Estados Unidos a Porfirio Díaz, sometieron al pueblo y las riquezas de México al capital norteamericano. El autor traza un paralelismo entre los hacendados en México y la aristocracia terrateniente en Francia que dio paso a la Revolución Francesa. Como aquella, la Revolución Mexicana terminó traicionada por los hijos de las clases privilegiadas, burgueses y pequeñoburgueses, y se llevó al mejor de los hijos del pueblo que luchó por la tierra y la libertad. Emiliano Zapata, General del Ejército del Sur, ejército de campesinos, rechazó el poder político para permanecer en defensa de la tierra. Aquella revolución popular, surgida como guerrillas del norte y del sur, luchó por el reparto de la tierra entre los esclavizados por el sistema de don Porfirio. En términos de socialización de la riqueza se lograron ampliar y multiplicar los ejidos, tierras comunales para el trabajo y la explotación por el pueblo, que hoy pueden encontrarse en México y que siguen siendo objetivo del capitalismo voraz.

Ph La Rebelde

Los zapatistas del sureste mexicano retoman las consignas de la Revolución Mexicana y luchan por defender la tierra ante cada nuevo intento de avance capitalista. Para los zapatistas tierra es libertad y libertad es autonomía. Al leer textos y entrevistas al subcomandante Marcos, donde rechaza la toma del poder, surge rápidamente la alternativa libertaria. ¿Es el zapatismo una organización libertaria? Lo es, su resistencia y su autonomía dentro de sus propias comunidades, como una caminito al costado del Estado lo confirman. No es una alternativa horizontal, la organización política y administrativa en los caracoles, las «Juntas del buen gobierno«, no dejan de ser gobierno. La autoridad está presente, fuertemente, prohibiciones al interior de los territorios zapatistas, la imposibilidad de dialogar con las personas en el caracol son una muestra. Con todo, el zapatismo es una semillita libertaria. La amenaza militar permanente y la historia de no cumplimiento de los acuerdos por los diferentes gobiernos, han generado las condiciones para que los zapatistas sean susceptibles y desconfíen de ataques e infiltraciones a sus filas.

Así es la libertad, según los zapatistas.

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Y que en tu risa viva el arte

Ph Marionetas Viajeras

*Escribe Germán Grob

Hace poco más de un mes voy a un festival por la niñez organizado por La Poderosa; al calor de las brasas que reducen hamburguesas y choris, entre el alboroto de los pibes de Sanpete, Nacho me comenta que para el cierre vienen las marionetas. La cosa es que no los conozco, tal vez de pasada haya visto algún video por las redes, aunque ignoro el rango de artistas que han adquirido en sus andanzas por los transportes públicos de la capital. Los tiempos me ganan de mano y pierdo la oportunidad de ver esos muñecos movedizos tirados por hilitos, ante el clima inmejorable de un público de niños alucinados.

Por la noche busco en el feibuk, ¿será de Dió? Dos días antes estuvieron en el teatro de Morón. Tiro un mensaje y consulto fechas, la firma de EmiSu me explica las dificultades que el arte comercial les impone, por lo que están por partir al exterior. Días despues publican en el feis que abren las puertas de su Casa-Taller para dar un show con capacidad limitada. Cambia mi suerte y obtengo un lugar: cita el domingo 13 de octubre a las 17.30, puntual.

Psicorock: hospital de marionetas. Preestreno para el barrio

Como paisano de Hurlingham bajo del 463 -ramal 4- y camino por las calles de Villa Tesei…»no es poesía ver la carne transpirar»…llega en recuerdo a mi mente y se tararea por lo bajo. Subo la escalera interna, un pequeño y selecto grupo espera por el show, acomodados entre marionetas que cuelgan de una pared lateral. Me voy para el fondo y en unos minutos comienza. EmiSu estimulan a los pibes a participar, a poner sonido, a sostener las marionetas, relajan el clima y le quitan formalidad. Y es que estamos en su casa, en su taller. Nos cuentan de su historia, las dificultades para sus presentaciones, sus proyectos y sus viajes.

Ph Marionetas Viajeras

Sale Mollo a escena, juega de local, tiene que lucirse. Usa el chalequito inflable rojo que suele llevar y puntea la intro de El arriero. Los dedos se mueven por el pequeño mástil de la viola sin pifiarla. Acto Segundo, baja Skay en su alfombra mágica ejecutando sonidos orientales posricoteros. Fungie y gafas negras, la SG colorada a escala denota el arte de los ebanistas del rock del oeste. Es el momento de Charly, baja de su simpática sillita de ruedas y se pone a tocar un mini piano de cola, sus dedos huesudos y largos de madera modelan perfectamente los gestos de García. La pelada de Luca se asoma, lentes negros, grandes y redondos, baila Los viejos vinagres; llega Mollo y acompaña, Sumo vuelve como en los ’80. Es el turno de Roberto Pappo Napolitano; pelos largos, tachas y una camperita de cuero impecable para que los pibes suban el volumen y suene Yenny. Salteamos algunos números y llegamos a Solari, camisita a cuadros suelta y manga corta, acompaña Skay y tocan Mi perro dinamita. No se van a juntar, al menos los tenemos en miniatura. Vamos llegando al final del Psicorock y si hay locura Iorio tiene que estar. Me olvido de sus estupideces mediáticas, de sus detestables letras en canciones metaleras hermosas donde repudia la «tonta idea de andar cheguevariando», para que salga a escena en marioneta con mameluco militar, una pequeña banderita argenta al pecho y su inconfundible cresta. Recita una milonga, dá saltos y se arrodilla, cierra el puño derecho y simula tirar de una cuerda. Desata una lucha con la marioneta de un perro al canto de «muere monstruo, muere».

Bonus track

PH Marionetas Viajeras

EmiSu advierten la insaciable necesidad de algunos presentes -entre ellos este cronista-. Como un juego y en código de rockeros traen a las marionetas estrellas. El Chizzo con su gorra de vicera, barba tupida y otra vez la SG colorada. El Tete con sus pantaloncitos oxford y el bajo celeste, revoleando la melena al ritmo de saltos y El revelde. Para cerrar nos invitan a manejar las marionetas que nos gustan, unas fotos para guardar la mágica tarde de Hurlingham y el privilegio de un lugar en el próximo e íntimo show.

Gracias EmiSu y que sea siempre rock!

 

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Pizarrón y cacerola

*Por Germán Grob

Crónica de un paro antidominguero

«Las decisiones se toman en asamblea», consigna antiburocrática de la agrupación docente

El martes 10 de septiembre la conducción del SUTEBA, seccional Matanza junto a los distritos autodenominados «combativos», convocaron a un paro docente. Los mecanismos burocráticos, habituales y adoptados como práctica de la conducción, son ya conocidos: las esferas dirigenciales deciden a conveniencia y necesidad de los partidos políticos que disputan poder de representatividad en el estado, los militantes del aparato multicolor bajan el mandato formateado a sus escuelas, colectan firmas y finalmente esos mandatos rubrican la medida en asamblea o reunión de delegados. Cualquier mandato, moción o propuesta genuina de base, incluso las que surgen espontáneamente, son aplacadas por los votos del aparato. Alrededor de 100 militantes profesionales, rentados o semirrentados, reforzados con militantes satélites, deciden los destinos de la lucha. Así pues, la asamblea o reunión de delegados carece de democracia.

El paro entonces, políticamente es estéril, porque no busca ser progresivo ni coordinar la lucha con otros sectores. Es una simple medida aislada utilizada como propaganda para el electoralismo de la conducción. Estas acciones recortadas, oportunistas, contribuyen al descrédito que se ejerce sobre el docente; «paro dominguero», «feriado largo» -en vísperas del día del maestro- son ataques que fácilmente suelen lanzarse desde los medios de comunicación y desde las lenguas de quienes, en su individualismo material, buscan salvarse de la crisis.

Frente a esta contradicción -gremialismo electoralista o contribución al ataque a los maestros- algunos docentes elegimos hacer el paro activo, evadiendo el funcionalismo. Si la convocatoria oficial del sindicato, en su propaganda de campaña, busca visibilidad en los medios de comunicación funcionales y parte de la maquinaria de opresión; nuestro lugar, como rechazo a esas políticas, es en las calles y en los barrios que pisamos. En esta oprtunidad, la cita se dió en Luro y Ruta 3, donde las consignas de repudio a la gobernadora Vidal se acompañaron con los bocinazos de quienes pasaban por Laferrere.

Ollas hasta el tope, burbujeante la salsa de tomate, lentejas y arroz chispeando entre alitas y ranchos de un pollo. Derrames a las brasas, ante cada revuelta de cucharón. Se acercan los muchachos que venden en el bondi, cargan las bandejitas doblegadas ante el guiso ardiente. Asoman los vecinos, se animan y prueban el manjar. Alguna sobra para los perros guardianes de la parada. Vuelven los muchachos del bondi y duplican la ración.

Como epílogo de la jornada, nos sentamos al calor de un fuego que se desvanece y un sol que va asomando. Cruzamos ideas, trazamos la organización y pensamos un nuevo lugar de referencia. Nos condicionan las conducciones, continuamos a la espera de una lucha verdadera, lucha desde abajo y donde hay que estar.

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El faro de la revolución

Cabo Cruz, Cuba. Ph La Rebelde

*Por Germán Grob

De Trinidad a Bayamo

En el año 2014 tuve el enorme privilegio de viajar a Cuba. Cuando era pibe y leía biografías o pasajes de los diarios del Ché, no podía siquiera soñar en que pisaría aquella maravillosa isla. Al planificar, buscar y leer sobre los sitios a visitar, me resultaba ineludible el lugar de desembarco del Granma, aquel sobrepoblado yate que se quedó sin gasolina en las costas de la isla.

Ya en La Habana se presentaba complicada la travesía hacia Las Coloradas –la playa en que el Granma debió desembarcar– pues no encontré quien supiese cómo llegar (descartando de plano un tour). Luego de un un par de días en la colonial Trinidad me lancé a destino; tomé un bondi hasta Bayamo –capital de la provincia de Granma– y a seguir indagando. Llegué por la tardecita y me alojé en la casa de una señora muy conversadora, frente a la plaza central de la pequeña ciudad. Negociamos los 20 CUC (moneda convertible de paridad a 1 con el dólar en aquel año) bajo mi promesa de no revelar el precio al francés que desde algunos días dormía en la pieza vecina. Salí al balcón y observé la plaza, bajé, caminé hasta la sencilla peatonal para tener un panorama de Bayamo: ciudad pequeña, ningún turista, poco movimiento. Al volver me detengo en una tienda de abarrotes y me pongo a conversar con un taxista y su compinche; el tachero detecta mi argentinidad y en instantes estamos como los chanchos. En esa agradable confianza, típica de los cubanos hacia los argentinos, le explico al tachero el motivo de mi paso por Bayamo; me informa que mi excursión se puede hacer viajando de pueblito en pueblito, en guaguas (camiones que transportan pasajeros en sus cajas), con la dificultad de conseguir sitio donde dormir, dado que en lugares pequeños no hay turismo y el alojamiento en casas particulares es una actividad que regula el estado. La opción entonces es un auto particular que me lleve en el día.

Vuelvo a mi morada y confío en la capacidad comercial de mi patrona. En efecto, hace un llamado, explica las limitaciones económicas de un argentino y queda en confirmar la excursión. Andrés, el francés, escucha con dificultad y se entusiasma. Media hora después la patrona devuelve el llamado informando que se suma un pasajero. Dividimos el costo y a mediamañana del día siguiente partimos.

La ruta hacia el Granma

No recuerdo el nombre de nuestro guía, un mulato con auto propio. Me cuenta que estuvo en la Unión Soviética trabajando por unos años, gracias a intercambios de los gobiernos, que allí ahorró un pequeño capital y que así pudo comprarse el auto en su regreso a Cuba (un último modelo de una marca China). El francés se exalta, le dice que vivió en Rusia; el chofer se alegra y detalla que vivió en Moscú, en adelante conversarán en ruso sin cesar.

Nuestro chofer resulta un gran «práctico» –denominación que dan a los baquianos en la isla– , conocedor de la zona y abierto para debatir la realidad social y económica de Cuba. Pasamos por Niquero con la mala fortuna de que la casa museo de la revolucionaria imprescindible, Celia Sánchez, se encontraba cerrada. El viaje es complicado, pues por la ruta circulan bicicletas, peatones y animales. No bajan en ningún momento de la cinta asfáltica, no hay bocinazos, el código de convivencia es que los vehículos van detrás, incluso por kilómetros, hasta que se abre una luz de paso por el carril contrario. Hora y media luego de partir llegamos al Parque Nacional Desembarco del Granma, nos dan una breve charla en un sencillo museo donde se pueden ver billetes, pistolas, cananas y todo tipo de objetos pertenecientes a los revolucionarios que llegaron a aquel sitio.

Damos un paseo por el Parque, entramos en un bohío –vivienda de pajas de palmas, que según el guía turístico sirvió como primer escondite para los revolucionarios-, pasamos por una réplica del yate y finalmente nos dirigimos hacia un muelle. Avanzamos entre una frondosa vegetación, a los lados el mar es ciénaga; comprendo entonces que estamos en el sitio histórico en que los expedicionarios del Granma caminaron durante horas, donde dejaron sus pies en carne viva y recibieron las balas de bienvenida que abrieron fuego al primer combate de la revolución. Me invade una profunda emoción el sitio; recordar los relatos del Ché, observar el mar calmo como si fuese un estanque de color plateado por donde ese puñado de hombres, con un amor por su pueblo inconmensurable, dejaron sus vidas y dieron inicio al quiebre de la historia.

Ph La Rebelde

El muelle se encuentra a unos kms al sur de la playa Las Coloradas, el lugar que Fidel planificó para desembarcar. El Granma, desbordado de expedicionarios, agotó su gasolina antes de Las Coloradas; calcularon por la luz del faro del Cabo Cruz que estaban en la zona y descendieron en el lugar exacto en que hoy se encuentra este muelle.

Cabo Cruz, pueblo y faro de pescadores

Cabo Cruz se encuentra dentro del Parque Nacional, por tanto es un lugar preservado y así se puede vivenciar. Unas pocas casitas, playa sin turistas ni hoteles, el histórico faro y un comedor para los pescadores. Este pequeño pueblo se emplaza en una leve colina sobre el mar.

Bajamos hasta la playa. El mar llega tranquilo entre los corales. Me siento en la orilla, cebo el mate y en mis pies juegan pequeños pececitos que me recuerdan los cornalitos inalcanzables de Monte Hermoso, a miles de kms en el Atlántico Sur. El francés se adentra hasta los corales, dá brazadas, hace la plancha, se pone de pié y refresca su calva. El mar es tibio como todo el Caribe que baña la isla. Nuestro chofer nos llama desde el restaurant. Salgo del agua cristalina, el francés no. El cubano insiste, se molesta, comprende que Andrés quiere disfrutar esa playa mágica y desolada.

En el comedor de pescadores nos reciben con agrado. Los lugareños nos conversan poco, demuestran diferencias a los habaneros o los cubanos que viven del turismo. La mesera nos explica el menú y el costo, me alegra y sorprende que no aplica el sistema de doble moneda, nos cobra entonces en moneda nacional como a cualquiera de los pescadores. La diferencia es realmente notable, más aún teniendo en cuenta el menú: mayonesa de langosta para entrar y filetes de pescado con arroz congrí. El francés se sorprende casi al punto del enojo cuando le explico que nunca comí langosta; su reclamo radica en que llevo 2 semanas en Cuba.

Dejamos Cabo Cruz, observo por última vez el horizonte que descansa sobre el mar, vuelvo mis ojos hacia el faro y me despido de ese lugar hermoso con un recuerdo al Ché, sus ideas de hombre nuevo y mis días de lectura.

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Electoral Circus, voten bien

Ph Rock & Roll Circus, The Rolling Stones. Toqueteada por La Rebelde

*Por Germán Grob

La oligarquía fascista

En 2015, el partido político vecinal del empresario Mauricio Macri llegó al poder mediante el voto popular. En principio resultaba difícil de comprender; aunque luego de la primera vuelta y llegando al desempate mano a mano, un rasgo de sus electores –que salían de sus cuevas como gorilas enloquecidos– destacaba por sobre cualquier argumento académico, sociológico y/o antropológico: la reacción. Ser reaccionario es una conducta que no explica la idea de la lucha de clases –aunque sus ortodoxos quieran forzarlo-, pues en Argentina en particular el espíritu de «clase media» atraviesa al grueso de la población. Todo aquel que no es pobre –entendido esto como la dificultad para alimentarse con regularidad y tener un techo– pretende ser clase media. Interesante sería hacer un análisis más profundo de lo que verdaderamente es la clase media y ahí sí, el padre nuestro del marxismo podría emplearse como argumento decisivo. Sin extenderme y por estar rodeado de ese espíritu, entiendo que el rasgo de la clase media es que se vuelve reaccionaria, gorila, odia al pobre.

Sin ese voto nadie llega al poder. Es cuestión de efectivizar ese segmento poblacional; y ese segmento depende de un clima de época, por períodos progre (izquierdista, jamás revolucionario) y por períodos derechizado (fascista, de manera explícita). Macri, con todas sus cualidades (burro, torpe, bocón, impopular, tilingo), lo capitalizó. Si no era él, hubiese sido cualquier otro. Y lo dejaron llegar, le dieron todas las ventajas, le jugaron por derecha… a la derecha.

En casi 4 años hicieron lo que las burguesías hacen en los países semicoloniales de latinoamérica: saquean, fugan y desarman lo poquito que el pueblo conquistó. Llegaron con discurso desarrollista –el filósofo Eduardo Sartelli argumenta que Macri es el mejor burgués de todos porque busca eliminar la «burguesía nacional», incorrecta e incompletamente diremos las PyMes, a favor de una verdadera burguesía– y terminaron como todas las derechas conservadoras: granero del mundo y timba financiera. Y otra vez a la bancarrota. Está claro que Macri entonces, encarna a la oligarquía, el verdugo que no podemos terminar de entender como un enemigo al que hay que eliminar de una vez. Pero esa oligarquía, de continuar en el control del estado, dejará de tirar migajas y negando la pobreza y la precarización, pues será hora de afrontar los vencimientos de deuda que están alcanzando el 100% del PBI, lo que implica sencillamente que el país debiera producir un año sin gastar un centavo, es decir no pagar ni un salario, ni una jubilación ni un solo plan social: todo lo recaudado y todo dólar exportable, destinado a la deuda. La deuda entonces es impagable y el caos total inevitable. La violencia desde el estado hacia los trabajadores, decantando hasta la clase media y ahorrista, poniendo nerviosa incluso a la clase alta será un cuadro que a fines de los 90 y con el 2001 como acto final observamos, vivimos y que no tardará en producirse. Y esa oligarquía, explícitamente fascista –la inclusión del xenófobo PJotista Pichetto lo anuncia– no abandonará el poder sin derramar sangre a discreción. La defensa del latifundio y el ensañamiento con los pueblos originarios, la desaparición y asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, junto a los presos políticos, han sido pequeñas dosis de lo que este fascismo puede desatar.

Un capitalismo serio, humanizado

Es conocida esta propuesta absurda de CFK. El capital es enemigo del trabajo, no es humanizable. No existe un pacto social, lo que siempre hubo es una lucha social, dominación de clases y resistencia de los de abajo. Cuando la jefa dice que es preciso un pacto social, está anunciando de manera encubierta que se vienen tiempos duros y que habrá que pagar los platos rotos de lo fiesta financiera de la oligarquía. ¿Quién paga la fiesta? El pueblo, siempre ha sido así. El saqueo que estamos sufriendo a manos de las empresas de servicios, ¿cómo lo van a frenar? ¿Expropiando? El robo feroz de los bancos y peces gordos, que están fugando la riqueza producida por los laburantes y las virtudes de nuestras tierras, ¿cómo lo van a compensar? ¿Expropiando? Está claro que no. El delfín del PJ K es liberal, afecto al empresariado; podemos recordarlo furioso por la pseudoexpropiación de YPF, dadas sus funciones de asesor de la petrolera a manos de Repsol. CFK apuesta a Alberto Fernández por varios y complejos motivos, aunque dos podemos vislumbrar: elude ser responsable directo de un ajuste antipopular y sigue jugando por derecha, el clima político que mejor le sienta a la falsa conciliación de clases.

La farsa del parlamentarismo

Nos queda para este análisis la más farsante de todas las opciones electorales. En principio es menester expropiar etiquetas, quitar caretas y abordar conceptos teóricos. Comencemos pues diciendo que el parlamentarismo burgués es una farsa. La resistencia a las leyes y medidas que se aplican y se aplicarán aún más severamente contra el pueblo trabajador, no se resisten votando negativamente o contramocionando proyectos, se resiste en la acción directa. Si algo ha caracterizado a los partidos, movimientos, satélites y organizaciones afines al marxismo, trotskysmo, leninismo y todos los istmos que imaginemos, durante el gobierno más duro con los de abajo de las últimas décadas, es su constante defección. No es casual que las derrotas permanentes coincidan con las bancas alcanzadas en los diferentes niveles parlamentarios.

Los sindicatos y comisiones internas que conduce el FIT han llevado a los trabajadores a perder todas las luchas. AGR, Pepsico, Interpack y el particular caso de los docentes nucleados en el Suteba. Sería escandaloso que sus dirigentes o adherentes quisiesen contraargumentar con supuestas victorias de sectores como aceiteros –que se explica sencillamente por ser un ámbito de producción ligado al modelo sojero, que necesita de esa fuerza de trabajo– o trabajadores del neumático donde con absoluto desparpajo los referentes del FIT explican como victoria la postergación hasta octubre de los despidos. Estos sindicatos, utilizados como trampolín político, están mostrando su burocratización y su más lamentable pero esperable faseta, la persecución y difamación de aquellos trabajadores que no declinan ni esperan por una pasiva acción, en lo que ejercen una suerte de policía del pensamiento para aniquilar al disidente –el PO, con un aparato bochornoso, como comisario de estas prácticas-.

Las etiquetas de «izquierda», «gobierno de los trabajadores», «sindicalismo combativo» y «diputados obreros» son no más que eso, rótulos. Un diputado no es un trabajador, es un funcionario de la burocracia del estado, no produce nada. Si fue trabajador, ahora ha sido cooptado por la burguesía dominante y sus instituciones. En esta línea de análisis, la doctrina trotskysta de utilizar al parlamento como tribuna de agitación y propaganda, constituye un pilar más de la falsa democracia burguesa –la pata izquierda del sistema– pues jamás ha sido efectiva y lleva décadas de práctica. Es oportunismo y placer por las instituciones del estado. Se entiende entonces que esta «izquierda» lavada, maquillada, no tiene un programa político de clase. Cuando vemos en sus consignas que las fábricas, las empresas de servicios, deben estar bajo control obrero, lo que ocultan es que deben ser comandadas por sus dirigentes y los trabajadores cooptados por esos dirigentes, una comandancia de camarillas. Cuando manifiestan que hay que nacionalizar la banca, hay que recordarles que todos los bancos son usureros, aún los del estado; por tanto, los bancos y el sistema financiero deben ser eliminados. De otras consignas ridículas, como sindicalizar a las fuerzas represivas o que los diputados cobren salarios de maestros, huelgan las palabras, ¿un verdugo de garrote es menos verdugo por tener patrón sindical? ¿Llega a fin de mes un maestro si se regocija con el salario bajo de un burócrata del estado?

La propuesta de esta «izquierda» maquillada es también burguesa, pequeñoburguesa, hilando fino. Un modelo de inclusión de las clases populares, con consumo, fin del cuento. ¿Qué es esto, si no es PJtismo explícito? Lo son en las prácticas sindicales y lo son también en las construcciones de listas. Este engendro del FIT Unidad ha incorporado la flamante figura de la defensora de latifundistas –porque Vilma «estuvo con el campo»-. Al fin y al cabo, para entrar en la foto hay que agacharse como Romina y cambiarse el look como Manuela; y ahí sí, todos forman parte del circo.

¿Qué hacer?

Un trabajador no necesita que nadie lo ilumine. Sabe perfectamente en su fuero íntimo lo que padece y qué solución dará meter un papelito en una urna. Lo que debemos asumir es que se vienen tiempos aún más duros, violentos, y que esta farsa electoral no nos va a eximir de padecer. Habrá que seguir resistiendo y comenzar a buscar formas de organización dignas, porque las burocracias sindicales de todos los colores, con sus hermanos mayores, los partidos políticos patronales o de patrones intelectuales, le han abierto camino electoral al gobierno oligarca de Macri, y entonces debemos entender que todos son cómplices de este desastre social.

El escritor de esta nota de opinión, en tercera persona como el 10, expresa que no votará a nadie y deja a consideración del lector la imputación de todos los improperios que le vengan en gana.

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